Por Francisco Tijerina Elguezabal
“Una máquina puede hacer el trabajo de 50 hombres corrientes. Pero no existe ninguna máquina que pueda hacer el trabajo de un hombre extraordinario.” // Elbert Hubbard
Queda claro que el asunto
de la cuarentena va para largo, por más proyecciones y promesas que hagan
médicos y políticos, el tema es que nadie en su sano juicio podrá salir a las
calles sin temor a contagiarse aunque exista el permiso gubernamental de
hacerlo, y falta ver si en una de esas el acelere del retorno a la actividad no
dispara otro pico de contagios y nos regresan a todos al encierro.
Es evidente que las reglas de convivencia social deberán cambiar y nuestros
médicos, científicos y políticos, deberían estar trabajando en diseñar los
métodos, esquemas, dinámicas y reglas que imperarán una vez que volvamos a algo
parecido a lo que antes era nuestra “vida normal”.
Ya otros, los científicos de todo el mundo, están desesperadamente buscando
vacunas y medicamentos para atacar al virus, pero si realmente existe una
urgencia por moderar el impacto de la crisis económica que se nos viene encima,
lo menos que podrían hacer nuestras autoridades sería el estar arrastrando
lápiz, pero en serio, para poner reglas claras y específicas de cómo lograr
esta reactivación de la forma más segura posible.
Y no es descartando o criticando las medidas que otros proponen como vamos a
lograrlo, aquí, hoy, se impone la suma de todas las ideas, de todas las
propuestas, de todas las experiencias.
Pero es necesario hacerlo sin caer en vacíos o interpretaciones que terminan
siendo yugos o que, de plano, se convierten en armas para la extorsión.
“Una separación entre sillas o escritorios de “x” metros”; “con o sin clima
artificial”; “¿cubrebocas y guantes?”; “¿protocolos de sanitización al entrar a
cada recinto?”.
Es cierto, no podemos seguir viviendo de aire y sin que las empresas generen
ingresos. Los servicios se siguen cobrando y los costos están ahí, los sueldos
hay que pagarlos y los impuestos no perdonan, de manera que lo que realmente
deberían estar haciendo nuestros gobernantes es el estar creando manuales
específicos, muy claros y específicos, de cómo retomar nuestras vidas con el
menor riesgo posible.
¿Bastará con el cubrebocas y el saludo con el codo? Me parece que no, que
deberíamos pensar en muchos más detalles, en la necesidad de poner límites a
las aglomeraciones, en resolver el asunto del hacinamiento en las unidades de
transporte, en cambiar el chip y dejar de jugar a las prohibiciones para encontrar
los caminos de “cómo sí” poder empezar a mover la máquina.
Esto es lo que verdaderamente urge, porque de escucharles hablar de curvas,
picos, infectados, muertos, reconocidos y proyecciones, ya tuvimos bastante.
¿Cuándo empiezan a dar el siguiente paso?
ftijerin@rtvnews.com