Por José Jaime Ruiz
@ruizjosejaime
«Vuela, vuela,
no te hace falta equipaje…»
// Magneto
Sobre los médicos, ¿dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador lo que dicen que dijo sus detractores? Leamos:
“Nosotros le tenemos mucha confianza al doctor Alcocer, que es un científico, pero además un hombre honesto, no me vayan a decir que no sabe de medicina el doctor Alcocer, porque ha estado en el Instituto de Nutrición años, como médico y como investigador, Premio Nacional de Ciencias.
“El doctor Hugo López-Gatell, que es al que más cuestionan, pues lo mismo, un académico de primer orden, con muy buena formación, con cultura general, una gente honesta, humanista, con una postura en favor de la gente, en favor del pueblo, no a favor del mercantilismo que, desgraciadamente, también llegó a predominar en el periodo neoliberal en todo lo relacionado con la salud, como se decía antes de los médicos que sólo buscaban enriquecerse, ¿no?, que llegaba el paciente y lo primero que hacían era preguntarle:
– Qué tienes?
– No, es que me duele acá, doctor.
– No, ¿qué tienes de bienes?
Eso no es el doctor Alcocer ni Hugo López-Gatell, es otra cosa completamente distinta.”
Con lo anterior se construyó la trampa erística: Andrés Manuel habló de una parte del gremio de los médicos, aquellos que sólo buscaban enriquecerse y, sin embargo, los infodémicos maliciosamente afirman que habló de todo el gremio. La perversidad de la descontextualización salta a la vista porque sus críticos no aluden al contrapunto, necesario para cualquier discusión, que hace López Obrador entre el humanismo médico y el mercantilismo médico.
Así Jorge Castañeda en El Diario de Yucatán: “Primero el presidente denostó a los doctores de México: solo preguntaban “¿qué tienes?”, refiriéndose a la capacidad monetaria del paciente”.
Así Lourdes Mendoza en El Financiero: “¿Qué necesidad de atacar e insultar directamente a los médicos mexicanos? Nuestro Presidente sabe bien lo que dice y cómo influye desde ese estrado. No es posible que ataque a quienes están en este momento arriesgando su salud y su vida. No es justo que siquiera ponga en duda la integridad de los médicos cuando varios, muchísimos, han muerto contagiados por la falta de equipos de protección”.
Mendoza y Castañeda, hermanitos en la misma distorsión.
Y Castañeda va más allá, como no reportea, la vive cagando en sus artículos al “volar” lejos: “Lo interesante son los cubanos. Los doctores mexicanos le resultan reprobables a López Obrador; los cubanos, aparentemente no. Para no hacernos bolas, unas preguntas, que obviamente nadie la hará al Presidente en sus mañaneras (estamos en México) pero que ilustran la dinámica:
¿Es cierto que ya hay 720 médicos cubanos en México? ¿Cuánto le cuestan al Estado mexicano? Según artículos de “NEXOS”, “The Economist” y “El País”, Cuba cobra más o menos 3 mil dólares al mes por doctor, suma de la cual solo el diez por ciento se le entrega al médico. En otras palabras, el chistecito sale como en unos 2.1 millones de dólares al mes, o 25 millones de dólares al año (vean el tipo de cambio)”.
¿Qué le costaba a Castañeda investigar con Jorge Alcocer o López-Gatell el costo de los médicos cubanos? ¿No le tomarían la llamada? No creo, sí se la tomarían y podría aterrizar sus voladas dudas insidiosas. O podría ir a una mañanera, así como fue Denise Dresser, preguntarle directamente a López Obrador sobre el asunto. Exquisito él, jamás iría y se excusa en que obviamente nadie le hará esas preguntas comprometedoras al presidente. Si nadie las hará, ¿por qué no las hace él de frente en Palacio Nacional? Dar por cierto lo que no se ha investigado sólo nos demuestra mediocridad intelectual.
Dejemos las voladas y vayamos a los borregos. En su columna de hoy en El Universal a través de su título, Carlos Loret de Mola lanza un borrego, una cabeza tendenciosa y sin sustento: “Las dudas sobre el doctorado de López-Gatell”. La insidia del encabezado de Loret de Mola es destruida en el cuerpo del texto por el mismo Loret de Mola: López-Gatell sí es doctor.
Híjole, lo que no es tener tema para escribir. El borrego convertido en barbacoa por el mismo autor… la tragedia se cuenta sola. Y sí, la mediocridad periodística puede ser superlativa, ahí está Loret para demostrarlo.