Por Francisco Tijerina Elguezabal
“Confucio fue uno de los que inventó la confusión; fue uno de los chinos-japoneses que fue de los más antiguos.” // Giosue Cozzarelli, participante en Miss Panamá 2009
Al
iniciar la instrucción primaria (hace ya muchos años) llevábamos
una materia que se denominaba “lectura y comprensión”, que
siempre he pensado fue de las más importantes que pude tener, porque
los maestros se aseguraban que entendieses los que leías.
Una
de las principales preocupaciones de todo escritor es redactar textos
que sean totalmente comprensibles y que no dejen lugar a dudas en los
lectores, es decir, expresar con claridad los conceptos que se
plasman.
Ayer, como diría el añorado Silvino Jaramillo,
“cayó carta” en la que un médico recriminaba mi escrito de ayer
acerca de “Chumel” Torres y la posibilidad de que con el sainete
formado con la Conapred lo hubiesen victimizado al grado de
convertirlo en potencial precandidato a un cargo público.
No
estoy en libertad de compartir la comunicación del galeno pues se
trató de un mensaje vía correo electrónico, pero sí puedo
difundir su evidente molestia y el curioso tono de su mensaje. En él
se refería a Chumel como “pedazo de mierda”, lo que motivó que
le cuestionase que hacía lo mismo que criticaba y me dijo además
que me centrara porque estaba “miando fuera de la olla”.
Respondí
por la misma vía y le hice ver al quejoso mis puntos de vista
asegurándole que en ninguna parte de mi texto yo destapaba al
comediante, sino que más bien comentaba la posibilidad de que fuese,
como en el caso de Jimmy Morales, ex presidente de Guatemala, una
opción para una candidatura.
La réplica me valió una
contrarréplica, ahora más airada del doctor, quien afirmó que
estaba acostumbrado a mi tono “pejefóbico”, quejándose de la
BOA y del Frenaaa.
Con prudencia y sobre todo paciencia
volví a responder, aclarando que no recuerdo haber escrito jamás en
contra del Presidente con quien estoy de acuerdo en muchas de sus
premisas y también en estoy en contra de algunas de sus
formas.
También ayer, en un chat de Whatsapp, un
participante defensor del presidente acusó a otro (refiriéndose a
él sólo por un nombre) de no ver los resultados del gobierno, lo
que provocó todo un sarao con reclamaciones y disculpas.
En
mi caso fue la interpretación que hizo del texto el lector; en el
otro fue la falta de claridad del emisor lo que provocó el
desaguisado.
En los dos veo, y esto sí lo digo yo, una
piel demasiado sensible y una predisposición a ver críticas donde
no las hay que francamente empieza a rayar en un delirio de
persecución.
Lectura y comprensión, pero también
redacción clara y precisa, se hacen necesarias hoy, más que nunca.