Por José Jaime Ruiz
@ruizjosejaime
El problema no es Fundidora, el problema es la privatización, la privatización de los espacios públicos, conculcar el derecho a la ciudad. La privatización desprecia a los ciudadanos y privilegia a los funcionarios voraces y a los empresarios que colman, con sus bienvenidas utilidades, esa voracidad.
No es reciente el fenómeno de Fundidora. Ya lo hemos visto en la privatización del cerro de Las Mitras por parte de Cemex, la privatización del agua por parte de Femsa, la privatización del río Santa Catarina por parte de TV Azteca, la privatización de Fundidora por Plaza Sésamo, Auditorio Banamex, Cintermex, Arena Monterrey, Salón de la Fama, Pa’l Norte, Serie Cart…
El Parque Fundidora perdió su vocación ciudadana para favorecer una vocación mercantil “autosustentable” sin sustentabilidad. Fundidora es Monterrey desde que Bernardo Reyes aprovechó el impulso empresarial para establecerla en la ciudad. La Maestranza es un ejemplo de lucha sindical en una ciudad donde el sindicalismo ha sido proscrito. Monterrey no se entiende sin Fundidora.
Como en todo, hay que hacer una revisión exacta de las finanzas del Parque Fundidora, las alteraciones financieras, los moches, la corrupción. Convertir a Fundidora en un centro de espectáculos, sin interés cultural y ambiental, ha sido el gran error de los recientes sexenios. Los políticos no van a defender a Fundidora, si acaso sólo una, la diputada Claudia Tapia, quien viene del activismo social.
La defensa de Fundidora no la dará el gobernador Jaime Rodríguez Calderón, quien ahora tiene una seria confrontación con Artemio Garza Rodríguez, presidente del fideicomiso que administra el recinto. La naturaleza ha hecho del cauce del río Santa Catarina un bosque; los funcionarios, empresarios del espectáculo y desarrolladores quieren refundir a Fundidora en sus intereses privados: la propiedad privada de las funciones públicas.
Fundidora no es de ellos, Fundidora es de nosotros. Los regios somos Fundidora.
