Por: Obed Campos
De las historias que me acuerdo, personalmente en persona (no creo que haya otra manera) en mi carrera de periodista me tocó cubrir al menos tres huracanes “importantes” y un sinnúmero de tormentas, que, aunque no tuvieron nombre siempre dejaron grandes daños.
Por si estaba usted con el pendiente, me estrené en el Huracán “Gilberto”, o “Gilbert”, -depende de donde me lea- en 1988, que devastó a Monterrey y a otras partes de México y de América.
En cambio, el golpe de “Emily”, en 2005, salvo el derrumbe del Puente Guadalupe, no dejó daños de consideración, porque se tomaron con tiempo las precauciones, que en esos casos nunca están de mas.
Y hace 10 años, el inolvidable Huracán “Alex”, que le cambió la cara a la capital de Nuevo León, dejó en la ruina a muchos y a otros tantos los enriqueció con las obras de reconstrucción.
Salvo por los chistositos que ayer se tomaron fotos “navegando” en un colchón inflable y otros que con una moto y una mesa plegable hacían esquí en plena calle, todas las imágenes eran las mismas.
Porque con el “Gilbert” en 1988, con el “Emily” en 2005 y con “Alex”, en 2010, las notas, como hoy con “Hanna”, lamentamos la muerte de algunos, la desaparición de otros, y las inundaciones y los daños.
La ciudad se detiene y las embravecidas corrientes sobre el casis siempre seco lecho del Santa Catarina, hipnotizan a la multitud.
Las notas en los medios son que los municipios y el estado paran de laborar y que entre los daños hay carros arrastrados por la corriente, pasos a desnivel, mal construidos inundados y muchos desaparecidos.
En medio de los cortes de energía, que vienen a sazonar esta ensalada húmeda, lo único que falta es el político o la política, en botas de hule e impermeable, dictando instrucciones desde su teléfono celular, con el agua a las rodillas, para la foto de la posteridad, que, en la próxima inundación se ahogará en las aguas del olvido.
Cuando un amigo se va
Esta mañana, por si fueran pocas las malas noticias, nos informaron de que Paco Salazar, gran periodista regiomontano y mejor amigo, fue comisionado a cubrir la fuente celestial.
Todos vamos a recordar a Juan Francisco Salazar Leal, por su bonhomía, su honestidad y sus grandes actos de solidaridad.
A su esposa y a sus hijos, pronta resignación y a ti, Paco, guárdanos un buen asiento en las ruedas de prensa de allá arriba, que ahí te alcanzaremos.
