Entre tantas variantes, no es fácil entender qué pretende hacer Diego Alonso con Rayados. El sábado llegó al extremo de poner a Pizarro y Meza como volantes interiores, una situación que descoloca, incluso, hasta los mismos jugadores.
Alonso tiene muchas dificultades para darle un sentido colectivo a Rayados, sobre todo, de mitad hacia adelante.
Está bien que haga pruebas, pero el problema es cuando éstas se vuelven crónicas y atentan contra el progreso del equipo.
Pizarro y Meza quizás puedan jugar juntos, pero no cómo los ubica Alonso. O quizás Pizarro es el que sobra, pero el técnico todavía confía en las cualidades que alguna vez tuvo para mover los hilos del equipo. Hasta ahora, ha sido un fracaso.
Meza va hacia allá. Es más traumático lo del argentino porque está metido en el 11 con calzador. Con Pabón y Avilés o Gallardo por los costados, no tiene cabida en su posición natural.
En el Independiente de Holan, Meza destacó siempre por la banda izquierda en un contexto de equipo que le simplificaba el juego y le generaba el espacio necesario para que pueda hacer valer sus aptitudes.
Por ese nivel demostrado en Independiente llegó a Rayados, pero para jugar por dentro. Toda una contradicción cuyos riesgos asumió Alonso de entrada cuando dijo que lo iba a ubicar en una zona donde también podía encajar. O sea, como armador o interior. Es decir, el entrenador lo trajo para jugar ahí. Vaya a saber con qué plan.
A veces no se entiende cuando un técnico quiere forzar a un futbolista a cumplir funciones adicionales que se supone también puede cumplir por el solo hecho de ser quién es.
Meza no sirve por dentro en este Rayados y Alonso lo está incinerando. Hay jugadores que son universales, que se adaptan a otras posiciones rápidamente por experiencias vividas, pero hay otros que son más específicos, como es Meza.
Alonso parece tener un lío con el manejo de la abundancia. Necesitaría que le permitieran alinear un equipo con 15 o 16 jugadores para meterlos a todos.
Sentar a Meza, sobre todo por lo que costó, no es una opción fácil de decidir para el DT, pero en algún momento va a tener que elegir entre él o los otros extremos. Caso contrario, dará lo mismo que no hubiera llegado.
¿Entonces por qué juega Meza? Porque en un plantel de tantas opciones nadie renunciará a jugar en la posición en la que lo pongan por más que el propio futbolista, interiormente, sepa que sus virtudes y alcance puede que sean recortados.
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