Por Waldo Fernández
Casi todos los días quienes están en contra del presidente López Obrador y de su gobierno critican las acciones del mandatario y lo acusan de dividir al país con las cosas que dice y hace sobre todo en su conferencia mañanera.
De entrada quienes hacen esa crítica pasan por alto que las mañaneras son un ejercicio de comunicación y transparencia nunca antes visto. Pero también, las mañaneras es pasar al presidente al escrutinio público de manera diaria y evitar que esté aislado en ese monte del olimpo donde se toman decisiones y nunca se tiene contacto con la población.
Parece que extrañan el secretismo y la opacidad con la que se conducían otros presidentes a los cuales era imposible cuestionarlos por nada y cuando salían a los medios era, en la gran mayoría de los casos, en escenarios controlados y entrevistas a modo.
PERO lo más lamentable de la postura de esos críticos es que pretendan atribuirle a López Obrador el clima de división y polarización que impera en México.
¡ESTÁN EQUIVOCADOS!
No es el discurso de Andrés Manuel López Obrador el que dividió al país y le engendró tanto rencor a la gente.
Los culpables de esa división, de ese rencor fueron los políticos corruptos que por décadas saquearon a México.
Esos que al llegar a un puesto público se asumían de la realeza y se comportaban de forma prepotente mientras se paseaban en coches de lujo y con su séquito de guaruras, todo pagado con los impuestos de la gente.
Lo que dividió a México fueron los presidentes frívolos y alejados de la gente, inaccesibles como si fueran estrellas de televisión.
Esos que nunca se dignaron a abrir las puertas de su oficina para recibir peticiones de la gente, pero que aprovechaban cualquier ocasión para ofrecer fiestas suntuosas a sus “amigos poderosos”.
O para brindar con otros miembros destacados de sus partidos o departir con opinólogos y comentaristas a modo mientras salían en la tele. Esos que pensaban que la política y el país era un legado. Que tener un apellido rimbombante, clasista pero sobre todo de origen político implicaba pasarle al hijo, al nieto, el poder político porque finalmente qué… El país les pertenecia.
No es el Presidente López Obrador quien divide al pueblo de México.
Quienes lo dividen, quienes siembran odio, clasismo y rencor entre los mexicanos son los golpistas que inventan un día sí y otro también mentiras para dañar a México
Como esa de señalar a López Obrador de comunista. Aunque ni ellos sepan qué significa eso.
Lo que dividió a México fue el saqueo, la corrupción voraz, la impunidad, el capitalismo de cuates, los acuerdos “en lo obscurito”, la oposición vendida, los periodistas y medios de comunicación comprados.
Los culpables de la polarización y división entre los mexicanos son los políticos que tras perder el poder se han empeñado en una campaña de manipulación y mentiras aprovechándose de la ignorancia y desinformación de quienes los siguen.
Porque los que tachan de comunistas, ignorantes, pejezombies y demás adjetivos peyorativos a quienes siguen al presidente son en verdad los más ignorantes y manipulados.
El país está dividido, eso es inobjetable…
Pero la división más lacerante, la que más duele, es la que existe entre quienes ya despertaron y no están dispuestos a permitir que los políticos de antes, que tanto daño le hicieron a México, vuelvan a gobernar.
Del otro lado están los que siguen con una venda en los ojos, los que todavía creen en el pasado y a todos esos partidos y políticos que por años les fallaron.
No hay peor ciego que el que no quiere ver, no hay peor odio y división que el que engendran los que por décadas fomentaron y toleraron el saqueo y la impunidad.
En ese contexto Andrés Manuel López Obrador tiene claro que su obligación moral es compensar el abuso histórico llevado a cabo por los pocos que todo pueden contra los muchos que nada tienen…
Si lo logra México a la larga la sociedad mexicana se volverá a unir y regresará la paz social.
Esa es la vara con la cual medirá la historia López Obrador, ese es el legado que el presidente aspira a lograr.