Por Eloy Garza González
Tatiana Clouthier es muy libre de comer y tomar con quien se le pegue la gana. Como dicen los rancheros de Mier: “cuando la gana llega, la gana gana”. Si la flamante secretaria de Economía se sienta a comer sus buenas horas en El Mirador con el candidato del PRI, Adrián de la Garza, adelante. Si se tomó unos tequilas, pues muy su gusto.
A mí también me gustaba echarme mis tequilas en restaurantes buenos, en compañía de amigos, pero por decencia, por decoro, o por simple solidaridad con la gente humilde (que lucha día a día contra la pandemia y la crisis económica actual), dejé de hacerlo hasta que vengan días mejores para todos.
Ayer me topé en la calle a una antigua conocida mía, doña Felipa. Iba con su hija. “¿Dónde lo agarró la pandemia, don Eloy?”, me preguntó. Y yo le contesté que en Monterrey. Doña Felipa usaba un cubrebocas tan deshilachado y percudido como el de su hija. Pero de tanto en tanto se jalaba la tela sobre la nariz. O regañaba a su hija: “ponte el chingado cubrebocas, chamaca esta”.
Y es que doña Felipa, como mucha gente del pueblo, tiene miedo de la pandemia, acata a la autoridad, espera las instrucciones de los expertos del gobierno, porque no quiere morirse por el virus, o sufrir con un respirador inserto en la boca que la asfixie poquito a poquito, mientras llega la bendita vacuna.
¿En dónde te agarró la pandemia, Tatiana? ¿En El Mirador con el candidato del PRI? No nos hagas eso. Como secretaria de Estado no tienes tiempo qué perder. ¡A planear cómo reactivar la economía deshecha! A ver cómo apoyar a las pymes, a los pequeños negocios, a la gente luchona como doña Felipa. A meterle creatividad a la chamba.
Son días de sacrificio personal, de diseñar políticas públicas urgentes, de tomar acciones de emergencia, porque el mexicano tiene miedo, está asustado por su futuro incierto. Hay muchos valemadristas, es cierto, y mucho funcionario apático, pero lo peor sería imitarles su desenfado perverso.
“¿Dónde te agarró la pandemia?”, nos preguntarán los nietos al paso de los años. Y yo espero responderles que haciendo lo debido y un esfuerzo adicional. No se merecen menos mis nietos ni mi amiga doña Felipa, a quien Dios cuide y proteja siempre. Y de pasadita, Tatiana, ponte el cubrebocas. En serio, nunca está de más.