Por Francisco Tijerina Elguezabal
“Meter mucho ruido
a propósito de una ofensa recibida
no disminuye el dolor, sino que acrecienta la vergüenza”
Giovanni Boccaccio
Es una pena y una verdadera vergüenza el que cuando los regiomontanos deberíamos estar atentos en las propuestas y soluciones que nos ofrecieran los aspirantes a conducir los destinos de la capital de Nuevo León durante los próximos tres años, estemos enlelados en un pleito de lavadero para dirimir si Luis Donaldo Colosio vive o no en Monterrey.
El asunto no tiene mucha ciencia y se centra entre lo lícito y lo lisito.
¿Cómo confiar en la simple palabra de uno y otro bando? Sería sencillo demostrar su residencia para Colosio si mostrase los recibos de servicios del último año en donde dice vivir con consumos similares, lo cual no hace.
La verdad es que la inútil discusión no tiene razón de ser y ya va siendo hora de que la norma cambie para dejar de hacernos tarugos todos y que el tema de la delimitación geográfica no sea requisito para quienes viven en una zona metropolitana, pero como todavía no lo es, deben conducirse por las reglas vigentes y el asunto es que se debe determinar con apego a la verdad, no a los lloriqueos o pataletas de quien se hace víctima, el si en realidad Luis Donaldo ha vivido desde hace un año en la casa que dice.
Reitero, el pernoctar en un lugar, a una cuadra o a algunos kilómetros de distancia de un sitio no modifica el nivel de conocimiento de un lugar al que piensas gobernar, pero el problema que esas son las reglas y hay que seguirlas en tanto no se modifiquen.
Desde el estricto punto de vista del derecho diese la impresión de que las autoridades de Monterrey han dado pruebas claras de su dicho, no así Colosio, que dice pero no demuestra que reside en donde presume.
No basta con tirarse al piso y victimizarse, lo ideal sería que Luis Donaldo aportase pruebas de lo que hoy acusa, que demostrase con documentos su residencia y que es víctima de una campaña que busca descarrilarlo como él afirma, pero no ha sido así.
En tanto los regiomontanos nos tenemos que reventar un show parecido a un partido de tenis en donde la pelota va y viene de un lado a otro de la cancha. ¿Quién ganará? No lo sé, pero es tan intrascendente comparado con lo que debería estar ocurriendo que causa una enorme pena y una absoluta vergüenza.