Por Eduardo Campos Sémeno
Hoy que el mundo celebra el Día Internacional de la Mujer, parece el día preciso para condenar los ataques e insultos machistas que Clara Luz Flores ha tenido que soportar durante su carrera política, y que arreciaron desde que manifestó su interés por contender por la Gubernatura de Nuevo León.
Me refiero en específico a aquellos comentarios simplistas, pero muy malintencionados que pretenden rebajar a la candidata a un simple objeto moldeable o manipulable y que sólo existe en la esfera política porque sigue los comandos de su esposo Abel Guerra. “Clarabel” le dicen algunos a su candidatura.
Con esos conceptos, los machistas insultan la individualidad de Clara Luz e intentan desconocer y denigrar su trayectoria muy personal, sus logros bastante específicos, sus ideas e ideales propios, su esencia. Todo eso, por el sólo hecho de ser mujer y de estar casada con un político conocido.
Utilizo el ejemplo de Clara Luz porque es claro e inmediato, pero igual de condenables son todas las agresiones machistas similares que se profieran a otras personajes de la política nacional, como por ejemplo a Margarita Zavala de Calderón y que se escucharon cuando la esposa del ex Presidente lideró la intención de crear un nuevo partido político.
Este retrógrado machismo no es nuevo, pues ha vivido sus peores épocas desde hace décadas. Recuerdo que cuando las mujeres empezaron a incursionar en la política local y nacional —dominada hasta entonces por hombres— la descalificación más común y nauseabundamente ofensiva era señalar que esas mujeres obtenían un lugar en las esferas oficiales gracias a que ofrecían “favores” físicos a “padrinos” de la política. En realidad bajo y detestable.
Lo que me admira más en el caso de Clara Luz es que esa versión de que si votas por ella va a gobernar su esposo, no sólo se difunde en chats y redes sociales, donde abundan el encono y la ignorancia. He escuchado y leído “análisis” y editoriales de presuntos periodistas que desarrollan escritos tejiendo y ampliando en esa absurda premisa. ¡Por favor!
Notarán que el tema me prende, porque en estos días veo la hipocresía de muchos políticos que ahora se dicen defensores del feminismo, del no a la violencia y de las causas por las que hoy marcharán las mujeres, cuando han sido los primeros machistas que difunden las manifestaciones que hoy critico. ¿O ya no se acuerdan de Diego Fernández de Cevallos y sus declaraciones al “viejerío”?