Por Francisco Tijerina Elguezabal.
“Estamos en la tierra para ayudar a otros;
para qué están los otros en la tierra, no lo sé”
W. H. Auden
La generación a la que pertenezco creció profesando un enorme respeto a las instituciones y de entre todas ellas hay una que siempre tuvo un lugar especial: la Cruz Roja.
Siento una enorme pena al enterarme de que en casi dos meses que llevan de colecta para allegarse fondos apenas han podido reunir 450 mil pesos de los 13 millones que requieren y que la tendencia es que ocurra lo mismo que el año anterior cuando apenas pudieron juntar un millón y medio de pesos.
Los regiomontanos ya dejamos morir a la Cruz Verde, otro cuerpo de auxilio netamente local que vivía de las aportaciones de empresas y particulares y cerró su ciclo en medio de escándalos por sus manejos financieros, situación muy distinta a la de la Cruz Roja que se ha caracterizado por ser, además de un ente internacional, una institución seria y responsable.
Desde hace tiempo la Roja mantiene encendidas las alarmas y señales de alerta. Ha tenido que cerrar delegaciones y recortar horarios de servicio, además de prescindir de personal y ajustar salarios de colaboradores, a fin de continuar con su labor altruista.
Resulta increíble la indiferencia de una sociedad entera que pretende omitir o hacer como que no ve la importantísima labor de la benemérita institución y no puedo más que caer en conclusión de que esta actitud forma parte de una tendencia de los últimos tiempos de restarle importancia o minimizar el compromiso que todos deberíamos tener para con esta organización.
Porque al momento de un accidente o emergencia los rescatistas, médicos, choferes y personal de la Roja no pregunta si cooperaste o no con ellos, simplemente te brindan el apoyo.
Desde niño crecí viviendo cada una de sus campañas de recolección de fondos. Histórico aquel maratón televisivo con el que se inauguró el Canal 3 de televisión al que vinieron grandes estrellas nacionales para recolectar fondos.
De joven me tocó que me asignaran un fin de semana una de sus famosas ánforas metálicas blancas con rojo y pararme bajo el sol frente al Tec de Monterrey a pedir el apoyo de la ciudadanía; con satisfacción puedo decir que casi llené la alcancía.
Recuerdo ver las nuevas ánforas plásticas en los bancos de la localidad, lo cual no ocurre ahora y el apoyo incondicional de los medios de comunicación que hoy se hacen tarugos y no invitan a la comunidad a solidarizarse con la institución.
Sin embargo, en caso de una emergencia, la llegada de sus ambulancias y la atención de su personal puede cambiar el rumbo de la historia y salvar la vida de las personas.
Hoy quiero pedirle que en un ejercicio de responsabilidad social y de compromiso con nuestra comunidad, busque la manera de apoyar a esta institución. Estoy seguro que en la modernidad podrá hacerlo de una y mil maneras a distancia y solicitarle a los directivos de la Cruz Roja que se esmeren en buscar la manera de difundir las formas en que la ciudadanía puede aportar sus donativos, porque ahí, considero, radica buena parte del problema.