Casi todas las actuales editoriales mexicanas cerrarán para 2020. Los nulos estímulos del gobierno federal — que sólo tiene ojos para el FCE de Taibo II — harán que las empresas libreras de nuestro país no puedan pasar del formato físico al digital, ni libren la aplanadora de Amazon. Y Taibo II podrá irse pronto a descansar a su casa, porque desaparecerá el FCE.
Esto, a pesar de que la opción editorial digital no ha terminado de asentarse en México porque hasta la fecha la lectura online sigue sin ser una opción comercial competitiva en nuestro país, como sí lo es en EUA o la Unión Europea.
Allá, las cifras de libros digitales crecen exponencialmente y ya rebasan este año las ventas del formato trade (tapa dura). Sin embargo, en México apenas comprende 0.1% del mercado editorial: casi nada.
La buena suerte (transitoria) hará que las editoriales mexicanas se pongan en guardia durante algunos meses, antes de que las cosas cambien. Pero no será por mucho tiempo: Amazon vende en EUA 216 libros digitales por cada 100 libros comprados en formato físico. Alguien tendría que darle estas cifras a Alejandra Frausto, la Secretaria de Cultura de AMLO, porque anda en la luna, sin saber prever estos escenarios próximos para México.
Los libros en papel, como hasta ahora los conocemos, quedarán obsoletos en 2020 por el cambio cognitivo de las generaciones jóvenes. ¿Cuál es éste? Hábitos de lectura mediante párrafos breves, tuiteados, intervalos reducidos de atención, participación colectiva en los contenidos y predilección por formatos como diarios digitales, o los post de Facebook o Instagram.
Seguramente a usted y a mí no nos quitarán de la cabeza la idea de leer un libro como Dios manda, con hojas impresas, bien empastado y encuadernado. Pero pronto tenemos que leerlo en el asilo de ancianos donde estaremos recluidos.