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Privacidad en la era de internet

Vivimos en la era de internet, nuestros datos viajan de un sitio a otro casi sin darnos cuenta, utilizamos multitud de servicios que nos ayudan a gestionarnos en el día a día, buscadores, redes sociales, almacenamientos en la nube, correo electrónico y un largo etcétera. Algunos de estos servicios son servicios de pago que a veces proporcionan garantías a nuestros datos, pero en otros muchos casos estos servicios son gratuitos, proporcionados porgrandes empresas de internet que obtienen dinero por la explotación de los datos de los usuarios de sus servicios.

Ejemplo de este tipo de prácticas puede ser Google, utilizamos su buscador como puerta de entrada a internet, su servicio de correo electrónico gratuito, su calendario, dispositivos móviles con su sistema operativo, guardamos los datos en su nube… y todo lo hacemos a cambio de concesiones en nuestra privacidad.

Todos los datos de nuestras actividades son, en cierto modo, anonimizados y explotados estadísticamente para ofrecernos servicios de publicidad a medida. Basta que busquemos información sobre una ciudad de Europa para empezar a recibir publicidad de viajes, de estancias o de visitas a dicha ciudad.

Google no es un caso aislado, cualquier usuario de Amazon descubrirá que basta con buscar información de aspiradoras para comenzar a ver anuncios de ofertas de aspiradoras en casi cualquier página que visite.

Cualquier persona que acceda a nuestro ordenador puede saber fácilmente qué hemos estado buscando últimamente solo por los anuncios que se muestran al navegar, y aquí es dónde surge la pregunta ¿se respeta nuestra privacidad a la hora de usar internet?

¿Cómo se obtienen nuestros datos en internet?

Obviamente, la forma en la que se obtienen nuestros datos depende mucho del servicio del que estemos hablando, es recomendable leer detenidamente las condiciones de uso de un servicio a la hora de crear una cuenta para estar seguro de qué datos se usan y de qué manera.

Otra cosa son los datos que se van captando mientras navegamos por internet, al cargar una página web, en el navegador se crea una pieza de información conocida como “cookie”, se usa para guardar preferencias de usuario y cosas por el estilo, estas “cookies”son, por ejemplo, el mecanismo que nos permite no tener que introducir nuestro nombre de usuario de forma continua en un sitio.

Las “cookies” son, supuestamente, bastante seguras, pues se almacenan en nuestro navegador y únicamente las páginas del dominio que las crearon pueden acceder a su contenido.

Este sistema deja de respetar nuestra privacidad cuando la empresa proporciona funcionalidades que se añaden a otras páginas web.

Retomando el ejemplo anterior, abrimos una sesión en el navegador y realizamos una búsqueda en nuestro buscador por defecto, se crea una “cookie” en la que, si además tenemos una cuenta de correo puede vincular esta sesión con nuestros datos personales. Navegamos a una página web cualquiera, esta página web tiene código fuente del buscador (servicios de estadísticas o servicios de anuncios), por lo que puede registrar dónde hemos navegado y con qué búsqueda hemos llegado hasta ese punto y tener conocimiento de nuestros movimientos por internet.

Cuantos más servicios ofrezca esta compañía más datos podrá obtener de los usuarios: Qué páginas visita, qué busca en su buscador, sus redes sociales, incluso si utilizamos su sistema operativo en el móvil o sus aplicaciones pueden vincular las búsquedas con la ubicación, si utilizamos un reloj inteligente, los hábitos de sueño o de ejercicio, y así podemos continuar extrayendo informaciones de cada uno de los servicios que ofrecen las grandes compañías…

¿Este tipo de prácticas no están reguladas?

La tecnología avanza muy rápido y, desgraciadamente, la legislación es todo lo contrario, hay iniciativas legales como el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) que entró en vigor en 2018 y que pretenden dar un marco de protección a nuestros datos.  El problema, en la práctica lo único que hace es obligar a solicitar nuestro consentimiento expreso en la utilización de datos, pero sin ese consentimiento en muchos casos no puedes seguir usando el servicio, por lo que, está por demostrar su funcionalidad práctica.

Desde un punto de vista práctico, hay muchas herramientas para mantenernos a salvo de esta invasión de la intimidad. Vamos a describir una serie de pasos básicos para mantenernos a salvo de este tipo de intromisiones.

¿No hay forma de protegerse?

Un usuario avanzado tendrá muchas más capacidades que un usuario inexperto a la hora de protegerse de este tipo de abusos, en muchos casos, la solución pasa por sustituir los servicios que tan generosamente nos ofrecen estas compañías por servicios de otras compañías que sí garanticen la privacidad de sus usuarios.

A la hora de garantizar nuestra privacidad mientras navegamos el primer paso es limpiar los datos de navegación, cache y cookies en nuestro navegador. Si queremos reducir la capacidad de rastreo podemos hacer uso del modo privado del navegador, hay que tener en cuenta que si tenemos una sesión iniciada con nuestra cuenta de Google en Chrome su modo incógnito no es tan incógnito como nos gustaría ya que el navegador en todo momento nos vinculará con la cuenta.

Una buena forma de incrementar nuestro anonimato es utilizar una VPN, al realizar nuestras comunicaciones de forma encriptada podremos reducir sensiblemente la huella de datos que dejamos en internet.

En el ejemplo anterior, el buscador es la piedra angular de este sistema de seguimiento, afortunadamente, hay buscadores como DuckDuckGo que no guardan datos de nuestra navegación ni vinculan las búsquedas con los usuarios en forma alguna.

Hay que tener cuidado con los servicios de localización de nuestros dispositivos móviles y apagarlos cuando no los necesitemos. Además, es recomendable revisar los permisos otorgados a las aplicaciones, rechazando aquellos que no sean fundamentales para nuestro uso diario.

También es runa buena práctica cerrar la sesión en nuestras redes sociales cuando no las estemos consultando y no añadir las cuentas en los dispositivos móviles si no las usamos de forma regular.

Siguiendo estos consejos, podremos ver cómo se reduce esa sensación de vigilancia continua mientras navegamos, los anuncios comienzan a ser menos dirigidos y las búsquedas empiezan a ser menos previsibles.

Fuente:

El Porvenir

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Autor: stafflostubos
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