Por José Jaime Ruiz.
Jesús Cantú, Ramón Alberto Garza y Federico Arreola, cambiaron la prensa escrita en Nuevo León. Jesús a través de su aventurada apuesta en El Porvenir que celebra, merecidamente, cien años de vida. Ramón Alberto con la cumplida misión de hacer de El Norte un periódico con olor a cabrito. Federico por transformar un periódico menor, El Diario de Monterrey, en un periódico mayor, Milenio. Para mí son tres imprescindibles en la historia del periodismo regio, también Gilberto Marcos, que hizo de los noticiarios de Televisa Monterrey, y de sus programas de análisis, un salto cualitativo de la televisión parroquial.
Ramón Alberto y Federico tienen sus simpatías y diferencias. No recuerdo alguna frase halagüeña de Garza sobre Arreola, sólo en las mesas de café diciendo que él, Ramón Alberto, había creado un Frankenstein, es decir, Federico. Ahora que me traen de mi hemeroteca artículos sometidos al pergamino, y que digo qué se queda y qué se desecha, me topo con dos de Arreola. Y aquí algunos extractos.
“Recuerdo cuando Alejandro Junco casi corrió a Ramón Alberto Garza porque éste se equivocó al publicar que Bancomer había sido comprado por Adrián Sada. La indignación de Alejandro no la provocó el error de Ramón Alberto, sino la molestia del entonces poderosísimo secretario de Hacienda, Pedro Aspe. En un arranque de romanticismo, esa vez me comprometí a dejar El Norte si a Ramón le iba mal. Ramón Alberto me agradeció el gesto a la siguiente Navidad con una nota cariñosísima que le agradecí y que constituye uno de los buenos recuerdos de mi vida” (El Diario de Monterrey, martes 2 de junio de 1998).
Cuando corrieron a Ramón Alberto de El Universal, Federico publicó:
“Aunque hemos tenido serias diferencias, reconozco en Ramón Alberto a uno de los periodistas mexicanos más brillantes de los últimos años. A él se le debe incluir, por supuesto, entre los pocos verdaderos constructores de la transición democrática desde el periodismo” (Milenio, viernes 20 de diciembre de 2002).
En realidad quien le abrió la puerta a Federico al periodismo no fue Ramón Alberto quien, por supuesto, no creó un Frankenstein, sino Chuy Cantú en El Porvenir. Bajo la dirección de Jesús, el periódico centenario no sólo se transformó, quiso hacer del futuro un presente. La cobertura nacional de las elecciones, mandar reporteros a los comicios para que detectaran los fraudes; la creación, inusitada en la prensa nacional, de un cuerpo de investigadores para indagar las sombras, las oscuridades del poder político y económico; cubrir eventos deportivos internacionales; la apuesta por la cultura con el mejor suplemento de este tipo en la historia del periodismo regio, el “Aquí vamos”, que luego copió El Norte con el suplemento cultural “Ensayo”.
Jesús tuvo tres descalabros: su mala administración de El Porvenir; un acierto a destiempo, esa pluralidad inédita en el periodismo regiomontano que lo enfrentó con los grandes empresarios de Monterrey; y su confrontación con Carlos Salinas de Gortari por publicar una “ofensiva” carta de un lector en contra del entonces mandatario (“De qué se ríe Señor Presidente”) cuando, no recuerdo bien, CSG visitaba “su tierra”, Nuevo León.
No sé si Jesús Cantú, trabajando ahora en Comunicación Social de la Presidencia, esté detrás de la inclusión de Ramón Alberto Garza y Federico Arreola en la lista “chayotera”, no hay evidencia. Lo que sí sé es que ambos, Ramón Alberto y Federico, contribuyeron al declive de El Porvenir porque se llevaron muchos talentos del periódico a El Norte. Hubo orquestación en chupar lo mejor de un periódico a otro.
Lo que sí sé, como bien lo publica Arreola en una de sus columnas, y en eso coincide plenamente Gerardo, el hermano de Jesús: “Recuerdo que Chuy, como director de El Porvenir, intentó algunos cambios editoriales que no dieron resultado, quizá porque se adelantó a su época”.
También coincido con Gerardo y Federico: Jesús se adelantó a su época.
@ruizjosejaime