Por Félix Cortés Camarillo.
Los mexicanos solemos admirar en nuestros líderes, especialmente gobernantes pero no en exclusiva, mucho más sus vicios que sus virtudes. Del Pajarito Moreno celebrábamos más sus visitas a las pulquerías del D.F., que sus triunfos en pancracios internacionales. De Adolfo López Mateos se recuerda su afición por las carreras de autos lo que le hizo construir el Periférico para pilotar sus bólidos y sus viajes espectaculares al exterior, que nunca nos dijo a qué iba, “López Paseos” fue el mote que se ganó.
El éxito de las revistas dedicadas a la información del espectáculo, no se venden por descubrir ahí los intríngulis de las telenovelas sino por los más recientes chismes sobre quién le puso los cuernos a cuál, glorificando a los que se niegan a pagar pensión alimenticia de los frutos de sus pecados.
De Luis Echeverría nos caía mal su pudibundez etílica: ¿agua de jamaica y horchata en el brindis del grito en Palacio Nacional? ¡No mames, güey! Don Pepe, el sucesor, era, por lo contrario, padrotón y disipado. Mantenía romances al mismo tiempo con su secretaria de Turismo –ex nuera de Echeverría– que con una estrellita de televisión.
Es tan válido lo anteriormente escrito que a nadie le queda duda de que Enrique Peña Nieto le debe el cargo de Presidente de México a los estrategas de imagen de Televisa y a la fama telenovelera de su popular actriz, esposa de ocasión. Por eso, y por otra$ cau$a$, sigue apareciendo en la revista Hola a todo color.
En las mal llamadas redes sociales del anonimato electrónico circulan profusamente versiones similares de la ostentosa cercanía física de una política de no malos bigotes con el presidente López Obrador, para constancia de las cámaras fotográficas ahí presentes. Ella se llama María Geraldine Ponce Méndez. Tiene 25 años y es nayarita. Su experiencia política es haber obtenido varios títulos de esos que se llaman “Miss” a nivel mexicano e internacional. Su credencial indica que es diputado propietario por el segundo distrito de Nayarit. La sucesión de fotografías de la señorita diputada no muestra a un Andrés Manuel molesto o importunado, sino todo lo contrario. Por eso nos cae bien.
La más reciente interpretación de que la cercanía de los personajes fuera más allá de su militancia en el mismo partido político se dio anteayer, cuando en un video de las mencionadas redes, la esposa el Presidente, la señora Gutiérrez Müeller, pareció cortar con su aparición un coloquio entre el Presidente y la Diputada. La misma esposa del Presidente tuvo que aclarar su simpatía por la chica, su compromiso con el país y en contra de los misóginos o imbéciles que hicieron circular las imágenes con fines aviesos.
Los periodistas del espectáculo suelen decir que si las personas públicas quieren mantener su vida privada en secreto, que sean discretos con ella.
Pero, ¿a quién carajos le importan los gustos del Presidente, más allá de su compromiso y convicción para enfrentar a Trump?
PILÓN.- ¿No somos los mexicanos profundamente desagradecidos ante los esfuerzos del gobierno federal por hacernos la vida más llevadera y justa? Tomemos por ejemplo los esfuerzos de la Procuraduría Federal del Consumidor: todos los lunes es el telonero –en el negocio del show así se llama el artista menor que canta antes de la estrella– en las conferencias matutinas llamadas de prensa del presidente López. Tratando de ver en lontananza unas gráficas confusas, nos enteramos de cuáles son las gasolinerías que venden más barato el litro de verde y cuáles los que disparan los precios en la roja.
Se trata desde luego de una información valiente y muy útil. Según se indica, el objetivo de esta difusión masiva es que los mexicanos que tenemos la dicha de poseer un automóvil podamos optar por comprar la gasolina en aquella bomba que signifique una oferta mejor.
De esta suerte, el automovilista de Culiacán, Sinaloa, se entera de que le conviene más llenar el tanque en Mocorito, Veracruz, que en la gasolinería de su esquina.
Malagradecido que es uno.