La cantidad de niños y adolescentes sin acompañantes adultos que han sido retenidos en la frontera norte de México en lo que va de 2019 es de 56 mil 278 menores, de acuerdo con datos sobre las detenciones de migrantes en los límites con Estados Unidos.
La Unidad de Política Migratoria de la Secretaría de Gobernación informó a su vez que, en 2018, fueron detectados 31 mil 717 niñas, niños y adolescentes por autoridades migratorias en territorio mexicano, de los cuales 25 mil 965 fueron deportados a sus países de origen.
En 2017, alrededor de 18 mil 300 niñas y niños migrantes fueron identificados en México, de los cuales más de 7 mil viajaban sin compañía de un adulto, informó el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.
El organismo internacional recordó que México es un país de tránsito, destino y retorno de miles de migrantes al año, la mayoría de ellos con la intención de llegar a Estados Unidos, quienes abandonan sus lugares de origen a causa de la violencia, la pobreza y la falta de oportunidades.
En su trayecto, los menores migrantes son más vulnerables a riesgos como el hambre, las enfermedades, la detención, la extorsión, captura por el crimen organizado y dificultad de hacer valer sus derechos, en especial cuando viajan sin adultos, por lo que se requieren soluciones específicas para su protección.
El informe de Unicef apuntó asimismo que en México existen altos índices de violencia contra menores, pues en 2015, al menos 6 de cada 10 niñas, niños y adolescentes de 1 a 14 años experimentaron algún método violento de disciplina, y la mitad sufrieron agresiones psicológicas.
Aunque niños, niñas y adolescentes tienen derecho a una vida sin violencia, explotación o abuso de cualquier tipo, en México el castigo corporal, las agresiones psicológicas y otras formas humillantes de trato se consideran normales y son aceptadas como métodos de disciplina o de interacción cotidiana, acotó.
Aunque las formas que adopta la violencia en la infancia y la adolescencia varían de acuerdo con el contexto y el grupo de edad, el fenómeno se presenta en hogares, escuelas o la vía pública, y puede provenir de padres, madres, cuidadores y otras figuras de autoridad, indicó.
Una vez que la violencia se normaliza y se acepta como cotidiana, los propios niños, niñas y adolescentes pueden incluso agredirse entre sí, alertó el organismo.