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Por Carlos Chavarría.

Las implicaciones morales rodean toda la actividad humana, para eso son los imperativos categóricos, para clasificar y, en el último de los casos, evitar todo aquello que daña o lastima. Todo tiene un lado bueno y otro malo, más en los temas donde interactuamos los humanos.

El presidente López Obrador planteó la posibilidad de escribir un libro que titularía algo así como La economía moral, pero al contrario de lo que pensaron los socialistoides trasnochados que de inmediato se lanzaron a festejar el giro al socialismo del discurso presidencial, los conceptos del presidente, aunque no lo parezca o él siquiera lo sepa, se asemejan más al “socialismo” de David Ricardo que al de Thompson, como le dieron vuelo en las redes sociales, que ha sido muy criticado por los marxistas de entonces y los de nuevo cuño, los del Socialismo del Siglo XXI.

La socialdemocracia es una filosofía política muy variada pero que mantiene a la democracia como pilar fundamental común para un desarrollo no autoritario del socialismo. El socialismo democrático puede defender políticas tanto revolucionarias como reformistas. Algunos esquemas, como el del propio presidente de México, apoyan propuestas como el socialismo de mercado, la economía participativa o la economía planificada al estilo del PRI.

La búsqueda de la igualdad se ha convertido en la excusa obsesiva de muchos marxistas conservadores, siendo que para el propio Marx ni siquiera era materia de estudio. La igualdad nada tiene de moral cuando se trata de despojar a unos para poder repartirles a otros, mucho menos cuando se pretende perpetuar la condición de dependencia de los más pobres hacia el estado burocrático y sus castas asociadas en las dirigencias sociales o partidistas.

Es bastante viejo el dilema de la combinación de los asuntos de dinero con la ética; de hecho, buena parte del razonamiento justificante para la persecución del pueblo judío a lo largo de la historia, fue la condena por sus actividades como prestamistas, que por cierto, para la Iglesia Católica, constituía una actividad pecaminosa.

Lo cierto es que la frontera entre capital, activo o patrimonio social, y capital privado individual, es y ha sido muy nebulosa en razón del débil peso que se le da al componente del trabajo y el conocimiento humanos en la acumulación de riqueza social o individual.

Pero más cuestionable aun es el peso del riesgo moral en la actividad económica que surge cuando se obliga a otros o a todos a cargar con los costos consecuenciales de la codicia de algunos, que motiva el engaño y ocultamiento en la toma de decisiones.

Tanto en la crisis de diciembre de 1994 en México, como en la de 2007 que se originó en los EEUU, mediaron engaños acerca del tamaño de los riesgos que unos cuantos estaban obligando a tomar, a todos los mexicanos en el primer caso, y al mundo entero en el segundo, sin haber compartido la información para que cada quien configurase su perspectiva y toma de decisiones que menos le afectara.

Nada menos en estos tiempos, como en todas las administraciones anteriores, el presidente está tomando decisiones, algunas a todas luces erróneas, algunas más de dudosa posibilidad de éxito, otras que debido a la poca información confiable entregada son un verdadero juego de azar, y aquellas donde nos están engañando y que sólo conoceremos cuando estalle la crisis.

Ni Salinas o Zedillo pagaron algún costo personal tan fuerte como el que se confirió a cientos de miles hogares y empresas en México por sus malas decisiones, como tampoco Bush u Obama y menos Allan Greenspan asumieron alguno de los enormes costos que le causaron al mundo por sus omisiones en el control de las corporaciones, y de estas últimas ni hablar, ninguno de los dueños o ejecutivos involucrados sufrieron un ápice en sus vidas por su enorme capacidad para absorber riesgos a niveles ciertamente inmorales.

Cuando venga el reparto de los costos que tendremos que pagar todos por las malas decisiones de esta administración ¿dónde estarán todos los ahora defensores y aplaudidores del régimen?

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Autor: lostubos
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