Por Félix Cortés Camarillo.
Empezó mañana pero ayer se acabará
Tomada de Alice in Wonderland, de Disney.
El presidente López, en su sorpresiva medida anunciada ayer por la mañana sobre un excepcional estipendio a los deportistas mexicanos que siguen haciendo un más que decoroso papel en los Juegos Panamericanos de Lima, se metió –como generalmente lo hace, inadvertidamente y como decía mi abuela- en camisa de once varas. Los gringos dirían, más cercana la frase a su idiosincrasia, que se dio un tiro en el zapato.
Vamos a ver.
El subastador mayor de los bienes rescatados para devolvérselos al pueblo –que así le puso López Obrador a la administración de bienes enajenados a los delincuentes- anunció de sopetón que el producto de la subasta de la lujosa casa del chino Zhenli-Ye-Gón, sería destinado a premiar con dinero a los integrantes de la delegación mexicana a Lima y sus Panamericanos. Con bono especial a los ganadores de medalla de oro.
Zhenli-Ye-Gon es un pillo narcotraficante al por mayor que se encargaba desde la Ciudad de México a importar desde China al mayoreo a Manzanillo y Lázaro Cárdenas los químicos percusores para la fabricación de drogas sintéticas llamadas anfetaminas. Se trata de aquel a quien le descubrieron en su casa más de doscientos millones de dólares en efectivo. Aquel a quien en charla privada el entonces mandatario Javier Lozano le intimidó con la frase que el chino entendió como “coopelas o cuello”.
La residencia propiedad del chino va a ser puesta en subasta. La administración actual se ha encargado de filtrar que la lujosa casa fue alguna vez propiedad del hijo de un priista prominente que soñó un día con ser presidente del país, Corona del Rosal. Sea lo que fuere, la mansión según dice el presidente López, está evaluada en cerca de cien millones de pesos. Pero, nuevamente según López Obrador, vale más. En la subasta, él estima obtener 150 millones.
Como buen nuevo rico, el presidente López todavía no tiene los billetes en la mano y ya los gastó. Se ha comprometido a entregar 240 mil pesos –en mensualidades– a los mexicanos que fueron a representarnos a Lima en los panamericanos.
Lo cual está bien. Los deportistas no profesionales de nuestro país suelen ser los más esforzados y más desatendidos por el aparato del poder. Los encargados de la entidad de administrar los recursos para su apoyo han sido corruptos o ineficientes; normalmente las dos cosas. Los deportistas a cada rato tienen que aportar recursos para financiar sus viajes a las competiciones, solventar sus entrenamientos o salir a “botear” a las calles para que les ayudemos. Ahora van a recibir una caricia pecuniaria que se agradece.
Pero la historia del injusto maltrato a los deportistas no termina con el regreso de Lima de los últimos representantes panamericanos el lunes. Siguen otros juegos igualmente importantes. Los Olímpicos de Tokio, por decir algo.
Por decir algo, en paralelo serán los juegos paraolímpicos también en Tokio. Todos esperamos que los deportistas que vayan a los juegos de Tokio traigan muchas medallas. De lo que sí estaos seguro, porque hay abundante experiencia, es que los discapacitados que irán a los paraolímpicos traerán una cosecha menor que los capacitados. Eso es caso frecuente.
Falta tener el dinero en la mano proveniente de la casa del chino malandrín para poder cumplir la promesa presidencial.
Es mejor que no se venda, lo cual es muy probable. Si se vende y el presidente cumple la promesa empeñada ayer, no le va a alcanzar el guardadito que tenga para recompensar a nuestros jóvenes deportistas.
Porque, de nuevo mi abuela, o todos coludos o todos rabones.
PILÓN.- A alguien en la administración de López se le ocurrió la peregrina idea de que la matanza en el Walmart de El Paso fue un acto terrorista cona México; alguien sugirió la extradición y el juicio en nuestro territorio. Puede que sí: la mayoría de la sangre derramada en la ciudad fronteriza fue mexicana. Ahora, de ahí a que el gobierno mexicano participe en la investigación y el juicio del criminal culpable hay una gran distancia.
Que esperemos que así quede. De otra forma, y en el supuesto caso de que los gabachos nos entregaran al asesino para ser juzgado en México, lo más probable es que le dieran una pena de 40 años de cárcel. Y que la pasara en un cómodo penal de alta seguridad en los que con unos dólares tendría alojamiento de hotel de tres estrellas.