Por Francisco Tijerina.
“No la chiflen, que es cantada”.
Dicho popular.
Aunque la veamos poco, la súper delegada del Gobierno federal, Blanca Judith Díaz Delgado, no vive en la Ciudad de México, en Guadalajara, en Cancún o en Hermosillo; vive aquí, específicamente en Guadalupe y conoce bien el área metropolitana.
Y porque conoce y padece nuestros mismos problemas, antes de andar suspendiendo obras, los sabios burócratas de la Semarnat deberían tomarse la molestia de llamarle por teléfono, mandarle un mail o de perdido un mensajito a su teléfono (falta que los pele, claro está), para preguntarle el impacto que puede tener el suspender una obra en proyecto o proceso.
La interconexión entre San Pedro y Monterrey en la colonia Independencia es un tema que tiene más de 30 años discutiéndose y planeándose. Cuando aún no se inician los trabajos salir con la mafufada de que suspenden el proyecto porque les falta información es una tontería, ganas de fastidiar o de plano de andar justificando su trabajo.
La interconexión no es un lujo ni una ocurrencia, es una necesidad imperiosa de movilidad urbana de una zona metropolitana colapsada que requiere encontrar, ahí y en otros muchos lugares, puntos para agilizar el tráfico y mejorar la calidad de vida de las personas.
La obra no se construye en un día, así que hay tiempo para entregarles la copia de la cartilla de vacunación del perro o la fe de bautismo del niño, pero eso de andar de suspensorios, suspendientes o suspensantes, de verdad que no lo entiendo.
Bien haría la misteriosa y fantasmal Súper Judith en levantar el teléfono y llamarle al titular de la dependencia para aclarar paradas y decirle que si le va a poner billetes a la obra le conseguimos el penacho de Moctezuma o el acta de declaración de la Independencia, pero como no es así (y aunque nos lo prometan ya no les creemos nada), si no ayudan, que no estorben, como bien dijo mi amigo el doctor Luis Eugenio Todd.
