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García Márquez y el periodismo: pasión insaciable

Por José Jaime Ruiz

@ruizjosejaime

Encontré en una lejana Revista Mexicana de Comunicación (1999) estas reflexiones de Gabriel García Márquez:

–El periodismo es pasión insaciable que sólo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad. Nadie que no lo haya padecido puede imaginarse esa servidumbre que se alimenta de las imprevisiones de la vida. Nadie que no lo haya vivido puede concebir siquiera lo que es el pálpito sobrenatural de la noticia, el orgasmo de la primicia, la demolición moral del fracaso. Nadie que no haya nacido para eso y esté dispuesto a vivir sólo para eso, podría persistir en un oficio tan incomprensible y voraz, cuya obra se acaba después de cada noticia, como si fuera para siempre, pero que no concede un instante de paz mientras no vuelve a empezar con más ardor que nunca en el minuto siguiente.

–El periodismo es mecánica, hay tuercas y tornillos, pero se aprende. Hay que tener orgullo de oficio.

–En la carrera en que andan los periodistas, debe haber un minuto de silencio para reflexionar sobre la enorme responsabilidad que tienen.

–Los reporteros se hacen en la universidad de la vida y es ahí donde logran su maestría en el conocimiento y la cultura, y su doctorado en la calle, entendiendo la humanidad que los rodea.

–Debemos ser conscientes de que los periodistas tenemos el poder y las armas para cambiar algo todos los días.

–Toda la formación del periodista debe estar sustentada en tres pilares maestros: la prioridad de las aptitudes y las vocaciones, la certidumbre de que la investigación no es una especialidad del oficio sino que todo el periodismo debe ser investigativo por definición, y la conciencia de que la ética no es una condición ocasional, sino que debe acompañar siempre al periodismo como el zumbido al moscardón.

–Parece que el oficio informativo no logró evolucionar a la misma velocidad que sus instrumentos, y los periodistas se extraviaron en el laberinto de una tecnología disparada sin control hacia el futuro.

–El mejor recurso literario es la verdad.

–Escribir es un acto hipnótico, un acto de envenenamiento cuando la prosa cojea, el lector se despierta y te abandona. Por eso hay que cuidar cada detalle, cada palabra.

–Las salas de redacción hoy son laboratorios asépticos para navegantes solitarios, donde parece más fácil comunicarse con los fenómenos siderales que con el corazón de los lectores. La deshumanización es galopante.

–La buena noticia no es la que se da primero sino la que se da mejor.

–Uno ha de creerse lo que hace. El aburrimiento del reportero es el aburrimiento del lector. Hay que dar humanidad al texto, dolor y alegría al protagonista, describir el ambiente, el carácter.

–El reportaje es en realidad la reconstitución minuciosa y verídica del hecho. Es decir, la noticia completa tal como sucedió en la realidad para que el lector la conozca como si hubiera estado en el lugar de los hechos.

–El reportaje es el cuento de lo que pasó: un género literario asignado al periodismo para el que se necesita ser narrador esclavizado a la realidad.

–El reportaje con tono humano es el que hace grandes a los periódicos.

–Es un consuelo suponer que muchas de las transgresiones éticas, y otras tantas que envilecen y avergüenzan al periodismo de hoy, no son siempre por inmoralidad, sino también por falta de dominio profesional.

–En el oficio de reportero se puede decir lo que se quiera con dos condiciones: que se haga de forma creíble y que el periodista sepa en su conciencia que lo que se escribe es verdad. Quien cede a la tentación y miente, aunque sea sobre el color de los ojos, pierde.

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// José Jaime Ruiz

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Autor: José Jaime Ruiz
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