La octava ronda de conversaciones de paz entre representantes de Estados Unidos y la insurgencia afgana Talibán fracasaron una vez más, terminando sin lograr un acuerdo que permita poner fin la guerra y definir el retiro de las tropas estadounidenses de Afganistán.
Después de más de una semana de consultas, las partes decidieron terminar la nueva ronda de diálogo, celebrado en Qatar, para examinar con sus líderes los resultados alcanzados, examinar los avances alcanzados para la firma del acuerdo de paz y definir los próximos pasos a seguir.
El representante estadounidense, Zalmay Khalilzad, informó este lunes las conversaciones, iniciadas el pasado día 3, fueron “muy productivas”, y ahora regresará a Estados Unidos para informar al gobierno estadounidense sobre los logros alcanzados, aunque no dio mayores detalles.
El portavoz del movimiento fundamentalista de Talibán, Zabihullah Mujahid, por su parte, reveló que las discusiones de «largas y útiles», aunque tampoco reveló detalles sobre los resultados alcanzados, según reporte de la cadena árabe Al Arabiya.
En un comunicado, Mujahid destacó que las últimas conversaciones, en las que se examinaron detalles técnicos y los mecanismos de implementación de una tregua, fueron largas y muy útiles para ambas partes, las cuales decidieron consultar con sus líderes y/o superiores para definir los próximos pasos.
Las pláticas de paz iniciaron en septiembre pasado y giran en torno a cuatro puntos: el retiro de las tropas estadounidenses; la garantía de que Afganistán no dará cobijo a los grupos terroristas que quieran atacar a otros países; un diálogo interafgano y un alto al fuego permanente.
Sin embargo, el grupo fundamentalista se ha negado a sentarse en la mesa de negociaciones con el gobierno de Afganistán y a conversar sobre otros temas, incluido el alto el fuego, hasta que lleguen a un acuerdo sobre la salida de las tropas extranjeras del país asiático.
Pese a las conversaciones, los talibanes han continuado realizando ataques en Afganistán, principalmente contra las fuerzas locales y funcionarios del gobierno, aunque también contra blancos civiles, causando decenas de muertes y heridos.
El jefe negociador de Estados Unidos dijo el domingo que se está trabajando duro «hacia un acuerdo de paz duradero y honorable y un Afganistán soberano que no represente una amenaza para ningún otro país «.
El acuerdo de paz permitirá al presidente estadounidense, Donald Trump, lograr su objetivo de poner fin a la larga guerra iniciada a fines de 2001, luego de los atentados terroristas de 11 de septiembre en Estados Unidos, que se encuentra en un punto muerto.
En un discurso a la nación por las festividades musulmanes del Eid al-Adha (fiesta del sacrificio), el presidente afgano, Ashraf Ghani, rechazó la víspera una vez más las conversaciones y subrayó que la paz en Afganistán no debe definirse desde fuera: “Nuestro futuro no puede decidirse fuera, ya sea en las ciudades capitales de nuestros amigos o vecinos. El destino de Afganistán se decidirá aquí en Afganistán”.
El Movimiento Talibán, que proclama el extremismo religioso islámico, gobernó en Afganistán bajo la imposición de una de las más estrictas interpretaciones de la Sharia (Ley Islámica), que se hizo famosa internacionalmente por el maltrato a las mujeres.
Durante el régimen del Emirato Islámico de Afganistán, como se denominó el Talibán, no se permitió a las mujeres trabajar, asistir a una escuela o salir de casa sin su esposo, un hombre de su familia o en su defecto un tutor, encargado de supervisar que las afganas se comportarán bien en público.
El régimen fue derrocado tras la invasión de Estados Unidos a fines de 2001, luego de los atentados del 11 de septiembre de ese año contra las Torres Gemelas, orquestado por el fallecido líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden, quien en ese entonces se refugiaba en Afganistán, protegido por el Talibán.