Por Félix Cortés Camarillo.
Debo iniciar estas líneas reiterando mi escepticismo frente a todas las mediciones de opinión pública en México, comenzando por aquellas en las que participé; de manera especial las que tienen que ver con posturas políticas.
La medición de las preferencias la inventaron los norteamericanos para detectar la eficiencia de sus productos, especialmente los de higiene personal entre una sociedad que estaba descubriendo al mismo tiempo cepillarse los dientes, lavarse las axilas o cómo contener el flujo menstrual. Simultáneamente cuál era su crooner favorito, Bing Crosby o su político adorado.
Esa técnica de información fue perfectamente válida para una sociedad como la gringa. En la legislación norteamericana pocas ofensas son más graves que la de mentir. Generalmente, el norteamericano miente poco, probablemente por la tradición trasplantada de los reformistas ingleses, acendrada por las inmigraciones husitas del centro de Europa y otras aportaciones entre las que no debe descartarse la musulmana. La mentira es pecado capital.
Nosotros no somos así, le diría Cri-Cri a la muñeca fea.
Nunca he recibido en mi casa a un encuestador de mis preferencias, ni siquiera sexuales. Sí he respondido a un par de preguntas telefónicas. Como todos los mexicanos, miento. Como lo hacemos todos antes de votar. Eso, los que votamos.
Dicho todo esto, sin embargo, mi mente queda en blanco ante la avalancha informativa de los señoras y señores especialistas en medición de los afectos. Especialmente políticos.
Me queda claro que una amplia mayoría relativa de mexicanos decidió repudiar a todos los partidos políticos para optar por Andrés Manuel López Obrador, quien personificaba al clavo ardiente para el que se hunde en el mar.
Los dudosos datos de los estadísticos me dicen que hoy, más de la mitad de mis paisanos sigue apoyando al presidente López. Hay quien dice que el 70 por ciento.
A pesar de que la economía nacional está en un declive desastroso: eso no es retórica, el kilo de arroz a mí me cuesta mucho más. Me vale madre Moody´s.
Al ratito le van a cancelar a nuestro país la tarjeta de crédito.
A pesar de que la estirpe de México orgulloso y rebelde se doblega ante un norteamericano pelipintado que dicta desde la Casa Blanca la política interna de México. Ni hablar de la política exterior.
A pesar de que no hay chambas nuevas. A pesar de que todos los días matan a un vecino, a un conocido o a un familiar sin causa justificada.
¿Quién es el que quiere esto?
Te quiere la escoba, y especialmente, el recogedor.