Por Félix Cortés Camarillo.
No deja de ser notable que la independencia de México se honre, en el acto central de su remembranza la noche del 15 de Septiembre, entonando una canción española, cuando el gobierno del Presidente ha enviado una ya poco mencionada carta al Rey de España reclamándole reparación por los daños que sus soldados causaron a los mexicas hace cinco siglos; como si no tuviéremos el Cielito Lindo, el México Lindo y Querido, Viva México, la canción mixteca o cualquier otra del inacabable cancionero mexicano.
La otra noche en el Zócalo de la Ciudad de México, poco antes de la ceremonia recordando el Grito de la Independencia, Eugenia León y su maravillosa voz interpretaron La Paloma, cuyo primer verso dice precisamente así “Cuando salí de La Habana, válgame Dios…”
Efectivamente, el español Sebastián de Iradier y Salaverra compuso en 1863 saliendo de la capital cubana esa linda canción en ritmo de habanera. Cuando poco después visitó México se encontró con tal popularidad de su canción, que era la favorita de la emperatriz Carlota. Tal vez por ello, en la versión de aquel tiempo el coro decía más o menos así:
“…si a tu ventana llega
un burro flaco
trátalo con desprecio
que es un austriaco.
Ni siquiera le mires por tu ventana
Porque no quiere gringos la mexicana…”
Ay Chinita que sí.
Eso fue antes del “Adiós mamá Carlota…”
La letra de La Paloma de Iradier ha sufrido innumerables estropicios como el mencionado arriba. La versión de Elvis Presley se llama No More. Don Robertson confiesa que se la plagió de la canción que había escuchado en su infancia. El novelista Eça de Queiroz cita la canción “mexicana” en su novela “El Crimen del Padre Amaro”. Lo mismo hace mi inolvidable José Emilio Pacheco en otra novela.
Eugenia León, con su maravillosa voz, hizo de La Paloma un panfleto burlesco y burlón de propaganda política a favor de la cuarta simulación. Alguien le tradujo los cuidadosos dodecasílabos del español a los lemas de campaña política de su jefe, López Obrador. Allá ella y sus filias políticas.
Pero se están cumpliendo 34 años de la mayor desgracia colectiva de la Ciudad de México, los terremotos que recurrentes volvieron hace dos años.
Dos días después de aquel septiembre de 1985, la misma Eugenia León y su prodigiosa voz ganaron el festival OTI de la canción en Madrid con la canción de Marcial Alejandro, su viejo compañero fallecido hace diez años, de los tiempos ingratos de la trova y los cafés para ganarse el pienso. La canción se llama precisamente “El Fandango Aquí”.
En su momento, muchos demeritamos la canción de Marcial Alejandro porque se presumía que un México destruido y triste necesitaba ganar un premio así como el de la OTI que era muy prestigiado. Después de todo, el fandango estaba –y sigue estando– aquí.
Esta mañana de jueves habrá izamiento de la bandera hasta mero abajo si se puede, un simulacro totalmente inútil como inane, un par de misas por los muertos y una mentada de madre para los que no han sido capaces de remediar los males del sismo.
De los sismos. El fandango sigue aquí.