Por Jorge Narváez.
Se acerca el Clásico Regio y con ello los preparativos de operativos de seguridad que se concentran en un solo punto para vigilar a unos cuantos. Sin embargo, desde ya se han presentado conatos de bronca y riñas en el Estadio de Rayados, pero no por el furor del derby, sino por el mal funcionamiento del equipo.
El sábado, la afición fue al estadio con la intención de despedir al director técnico Diego Alonso, pero tristemente -o afortunadamente, según cómo lo vean- el uruguayo sigue al frente de las decisiones técnicas.
Ganar el partido ante Puebla le bastó a Diego para permanecer una semana más en el banquillo, pero la afición ya ejerció presión y una derrota más podría significar el despido del entrenador.
Un cambio de técnico implica muchos movimientos administrativos, protocolarios y hasta emotivos, en donde se pierde mucho tiempo que no será recuperado.
Un entrenador debe de darse el tiempo para conocer a sus jugadores, adaptarse a la ciudad, ver las exigencias de la afición… y esto no se ‘palomea’ de la noche a la mañana. Hay que considerar que la paciencia de los seguidores de Rayados es muy corta, sobre todo porque están a unos cuantos puntos de estar fuera de la clasificación.
Por eso la directiva está entre la espada y la pared; tiene que analizar cuál opción es viable, ya que han llegado a más de la mitad del torneo. Correr al técnico faltando siete jornadas, se escucha algo arriesgado, sobre todo por el trabajo que ha llevado a cabo Diego.
Desafortunadamente para Alonso se aproximan partidos complicados con Cruz Azul, Tigres, Querétaro, entre otros, con quienes debe de obtener los tres puntos, pues de lo contrario estaríamos hablando de un cese de director previo al juego más importante en Monterrey.
Y sólo le falta eso al Monterrey para seguir siendo objeto de ‘carrilla’ de los Tigres, porque la Final Regia aún no se olvida… ni se olvidará.
Fotografía: archivo/ Cuartoscuro