Por Eloy Garza González.
El vandalismo de ayer, sobre Paseo de la Reforma y Juárez, en CDMX, no fue una provocación: fue un ataque bien pagado. Estos amotinados, que no eran auténticos protestantes de la marcha de los 43, perciben una remuneración para quemar comercios, destruir vehículos y sembrar el terror a su paso.
En los próximos días le revelaré a usted, lector, quién patrocina a estos dizque anarquistas; es el mismo grupo político que ha desatado la violencia en la UNAM y que ha intentado vulnerar movimientos sociales y colectivos legítimos. ¿Para qué? ¿Por el simple afán de desestabilizar? No. El caos socava a una autoridad pública. En este caso, a Claudia Sheinbaum.
El Joker de Heath Ledger (el único verdaderamente anarquista del universo alterno cinematográfico), robaba un cerro de billetes de una bóveda bancaria, se sentaba arriba y prendía un cerillo a ese altar capitalista. Pero estos vándalos asalariados de ayer responden a instrucciones precisas. Su revuelta fue planeada, calculada y operada meticulosamente. Eligieron con antelación sus objetivos. Actuaron como paramilitares.
¿Más pistas para el gobierno de la CDMX? Es el mismo grupo que vandalizó varios actos de campaña cuando Sheinbaum iba de candidata y que le fastidiaron algunos mítines. Basta que el equipo de la Jefa de Gobierno una los puntos, ate cabos. ¿Quién se beneficia de esta anarquía programada?
La policía de París partía de esa pregunta que utilizó bien para descubrir a los patrocinadores de los ataques anarquistas de mediados de siglo XX: ¿quién se beneficia de estos ilícitos? Sí. Justo ese que el lector está pensando. Tarde o temprano, el sol sale para quienes se ocultan en el anonimato.