Por Obed Campos.
Nadie le quita lo bueno de la decisión que tomó el gobierno del estado que encabeza Jaime Rodríguez Calderón, El Bronco, de cerrar de una vez por todas las puertas del infame Penal del Topo Chico.
El lugar se había convertido en un bastión de la delincuencia organizada con todo y su autogobierno, y en un gran negocio para los diferentes cárteles.
El problema puede venir de la sobrepoblación no planeada de los otros dos penales, el de Cadereyta y Apodaca, y la cerrazón a no continuar con las obras del Penal de Mina, negocio, como se sabe, de exfuncionarios de la administración de Rodrigo Medina.
Pero todo lo bueno de la acción queda nublado, como siempre, por una declaración al vapor que hizo el célebre Bronco.
Palabras más, palabras menos, dijo que ha recibido muchas amenazas en mensajes de texto y que “ya no puede ir a muchos lugares porque arriesga a los que van con él”.
Lo raro es que hubo muchos reporteros en el evento en el que Jaime le puso, no sin batallar, un candado a las puertas del Penal clausurado, y nadie le preguntó si ya puso una denuncia por amenazas.
Nuevo León y la federación cuentan con un excelente sistema de policía cibernética que bien podría investigar la procedencia de esas amenazas que dice Jaime que le cayeron a su celular.
Él es la primer autoridad del estado y debe de poner la muestra.
Primero por mero civismo, y después para demostrar que en Nuevo León las autoridades sí hacen la tarea.
Ah, pero como la Fiscalía no depende de él, a lo mejor El Bronco no quisiera que las huestes de Gustavo Adolfo Guerrero Gutiérrez se levanten el cuello investigando los dichosos mensajes.
Textualmente Jaime declaró: “Yo no puedo ir al cine porque a lo mejor alguien está enojado conmigo, ustedes sí pueden ir al cine. Yo no puedo ir ya a muchos lugares porque arriesgo a los que van conmigo porque tomé esta decisión (de cerrar el Penal)… Sé que a muchos les va a molestar, y sé que a muchos les está molestando… Recibo muchos mensajes, muchos no agradables, que no los digo para no preocupar a nadie, pero todos los días, a cada rato, porque tomé esta decisión…”
Puede ser cierto lo de las amenazas, pero también pueden ser ganas de caerse para que lo levanten, en vísperas de su comparecencia ante el Congreso, la cual, podría acabar con su destitución.
La buena ciudadanía se demuestra con fe en las instituciones.