Por Félix Cortés Camarillo.
Cuando llegué a media tierra
El arado iba enterrado,
Se enterró hasta la telera,
El timón se deshojó,
El yugo se iba pandeando,
El barzón iba rozando.
El sembrador me iba hablando.
Yo le dije al sembrador:
No me hable cuando ando arando.
Luis Pérez Meza, Se me Reventó el Barzón.
Ciudadano de a pie, procuro por mi oficio traducir a los términos más peatonales los trabalenguas en los que especialistas de ciencias exactas y sociales esconden los mayores problemas del país, especialmente en los terrenos de la economía. Tal vez soy demasiado simplista, pero a mi ver -y al de mi mujer- todo se puede reducir al modelo de la economía familiar.
Parece haber una discrepancia ontológica para ponernos de acuerdo los mexicanos -bueno, los que nos gobiernan- sobre si nuestra economía en el nuevo gobierno está en plena recesión o en un técnico estancamiento. De que no nos está yendo bien, es algo en lo que todos parecen estar de acuerdo, menos YSQ. Los pérfidos números tienen otros datos. El crecimiento del PIB, que el presidente López sigue prometiendo que al final de su ejercicio, el de ahora, claro, será del 4 %, no ha llegado en el primer año de este gobierno, que se completa el lunes, al 0.1%, es decir diez centavos de cada cien pesos; se quedó en 0.01, esto es una centésima de punto porcentual. La inflación, mientras tanto, sigue rasguñando el cuatro por ciento: esto quiere decir que las cosas que adquirimos aumentan sus precios en ese índice.
Vuelvo a mi modelo de economía familiar, aunque sea muy pedestre.
Estancamiento quiere decir que mi cuenta de banco deja de recibir depósitos y ya no tengo dinero para gastar; recesión, que es el paso inmediato que sigue, es que además de no recibir dinero, mis gastos no se detienen. Hay que pagar la luz, la renta, la gasolina y, desde luego, la cuenta del supermercado, además de los zapatos de los hijos y las necesidades de su educación.
Eso es lo que le está pasando a México: su administración no ha sido capaz de generar movimiento económico, por el único camino que existe que es la inversión que genera empleo, remuneraciones, gasto y de nuevo al comienzo. La cuarta simulación se ha dedicado a constreñir el gasto y dedicar los pocos recursos a repartir limosnas a los que ni estudian ni trabajan, los adultos mayores, los que necesitan beca y los discapacitados. O sea que se nos reventó el barzón, pero la yunta siguió andando.
En el caso de mi economía familiar el único recurso que me quedaría es buscar otra chamba o pedir prestado; a las tarjetas de crédito, a mis amigos, a las casas de empeño o a los bancos. Para la cuarta simulación no queda más remedio que generar más ingresos al erario, por el camino de nuevos impuestos o pedir prestado al mundo entero. Las promesas del presidente López afirman que no habrá incremento de impuestos ni impuestos nuevos, y que no se incrementará el endeudamiento de México.
Un simulacro de remedio se asomó el lunes con un programa de inversión para la infraestructura de casi doscientos mil millones de pesos para hacer -con el concurso de los empresarios- una carretera aquí, un puente acá, un viaducto acullá. No es una solución, pero se puede parecer a un alivio.
En esta siembra nos falta mucho qué ver.
PARA LA MAÑANERA.- Señor Presidente, con todo respeto: cuando se es autoridad, y confesa y solícitamente se renuncia a la obligación y al derecho que el Estado tiene para conservar el orden público en nuestras calles acudiendo en caso extremo al uso legítimo de la fuerza para combatir el vandalismo, se incurre en una forma delictiva que se llama complicidad. Eso lo debe usted saber porque es licenciado en leyes. Usted y la doctora Scheinbaum han incurrido ya dos veces en esa falla. ¿Cuántas veces más ha de repetirse?