Por Francisco Tijerina Elguezabal
“Lo importante no es curarse, si no vivir con sus males” // Ferdinand Galiani
Iniciamos el año y como en todo arranque nos da por ponernos valientes, así surge una retahíla de buenos propósitos y acciones que casi nunca sobrepasan una semana cuando ya se han roto, por lo que seguramente habrán de esperar otros 12 meses para reaparecer en nuestra mente.
Arranca el 2020 y andamos preocupados por una y mil cosas: que si se viene la Guerra Mundial, que si subió la gasolina, que si ya no habrá bolsas de plástico en el supermercado, que si perdió el América, que por qué sacaron a los Patriotas de los play-offs… puras cosas importantes.
Pero en el fondo sabemos que, como los propósitos de inicio de año, le estamos sacando la vuelta a uno de los temas vitales de nuestra existencia, un tema que de verdad nos afecta a muchísimos mexicanos y que, literalmente, nos tiene sin dormir.
¿Volverán a vender la Ranitidina?
Y es que sin la “pastillita milagrosa” (deje usted el Viagra y todas esas cosas, la Ranitidina es la buena), muchos no pueden ni dormir por la acidez estomacal y las agruras, sienten que traen a un león adentro y que chorros de lava suben por su esófago a cada rato.
Eso de lidiar con la gastritis y/o la colitis es un martirio y sin la Ranitidina la vida es un tormento.
A finales del año pasado en los Estados Unidos descubrieron que algunos lotes de este medicamento milagro estaban contaminados con una sustancia que pudiese (subrayo el pudiese) provocar cáncer. Todo el lío empezó por uno de los elementos con los que se fabrica esta maravillosa medicina pues resulta que los grandes laboratorios del mundo la mandan hacer a países con mano de obra más barata y allá existe la posibilidad de que puedan modificar la procedencia de los ingredientes sustituyendo algunos por otros de menor precio y calidad y así se montó la “marimorena”.
Y como en diversos lugares se lanzó una alerta en México no quisieron ser menos y también se apuntaron. Sólo en sitios muy específicos se confiscaron cajas con Ranitidina que podría (otra vez subrayo el podría) estar hecha con el ingrediente barato-peligroso, mas no llegaron al extremo de requisarlo todo.
Aquí no se anduvieron por las ramas y dijeron, sin que se evitase la venta y el consumo, lo que fue interpretado por las farmacias y distribuidores como “prohibir”, pero hasta el momento no hay una orden expresa de que eso ocurra.
Los sustitutos como el Omeprazol son caros y no dan ni cosquillas comparado con el milagroso efecto de la Ranitidina.
A ver si pronto se ponen pilas y resuelven dónde está el error de fabricación y la pastilla milagrosa vuelve a los anaqueles de las farmacias para estar todos en paz y devolvernos la alegría de vivir a todos.
¡Eso sí es importante caray!