Por Obed Campos
Todas las columnas políticas de todos los periódicos de Monterrey, incluyendo los que no son adictos a Jaime Rodríguez Calderón, El Bronco, publicaron hoy “coincidentemente” el inicio del desfile de funcionarios estatales por la casa del gobernador en García, Nuevo León, donde se supone que les va a leer la cartilla con miras al cierre de los dos últimos años de la administración estatal.
Quién sabe quién sería el operador de la estrategia, porque ese tipo de tiros no se le dan a la directora de Comunicación Social, Diana Adame, quien sigue de luna de miel.
Pero el desfile de funcionarios que comenzó Manuel Florentino González, secretario de Gobierno, puede ser un reajuste necesario en las políticas de trabajo del gobernador y hasta en el propio gabinete.
Y es que la administración de Jaime no ha sido más que cuatro años de desatinos y desaciertos, algo que Nuevo León no merece ni esperaba cuando más de un millón de ciudadanos eligieron abrumadoramente a Rodríguez Calderón.
Falta ya menos tiempo para que tenga que entregar el poder, por lo que ya es momento de que Jaime le imprima a su equipo su propia experiencia y se reconcilie con las fuerzas productivas del estado. Esto si no quiere heredar un Nuevo León a punto de quiebra.
Jaime tiene la obligación histórica de acabar con el Club de Tobi, en el que está convertido su gabinete, y con las estrategias fanfarronas y fallidas.
Nuevo León es un estado grande y debería de seguir poderoso ante los ojos del mundo pero, para lograrlo, primero tiene que recomponer la maquinaria burocrática de un gobierno fallido y corrupto.
Será una tristeza para Rodríguez Calderón, el aún gobernador, terminar solo, en el abandono político y no lejos sino en un futuro inmediato.
