Por Obed Campos
A los publicistas contratados por Alejandro “Alito” Moreno, líder nacional del otrora “partidazo”, el PRI, o les pagaron con cacahuates o de plano se les secó la sesera a la hora de confeccionar la última campaña, que, uno pensaría, busca ayudarle tantito a la alicaída imagen del tricolor.
En un video de 30 segundos, el líder del Revolucionario Institucional pide, que por los logros del progreso del siglo pasado, se culpe a su partido.
“Muchos dicen que el PRI, es el culpable de todo… y en algo tienen razón…” comienza el spot.
“El PRI es culpable de que tus hijos, tengan educación gratuita”, como si el tricolor haya pagado la construcción de escuelas, los libros, los sueldos de los maestros y los insumos para limpiar los baños de los planteles… ¿Y nuestros impuestos?
En la parada de cuello que es ese video, Alito también se avienta la jalada de que fue el PRI el creador del Seguro Social. Bien. ¿Y nuestras aportaciones, fueron de barbas o qué?
Y se vuela la barda al asegurar “y somos culpables de que millones de trabajadores tengan casa propia…” Sí, con los “cómodos” créditos de Infonavit o muérase pagando, inmuebles inhabitables y abandonados por hectáreas que han hecho millonarios a constructores a cuenta de los trabajadores que cargan toda su vida en la espaldas con “un crédito blandito”.
Pero no termina ahí, porque Moreno tiene el desparpajo de decir: “Así, que la próxima vez que prendas la luz de tu casa…” Sí, con las tarifas de electricidad más caras del continente… “O llegues más rápido a tu destino…” Solamente que sea en domingo, o día festivo, porque se ve que el mandamás priista nunca ha usado un camión urbano ni se ha subido al metro…
Y termina el spot con la frasesita “Échale la culpa al PRI”.
Pues sí, señor Alito, muchos de mi generación sí culpamos al PRI, por tanto sueño frustrado y por innumerables males que el PRI sí trajo a nuestras vidas.
Aparte de que por culpa del PRI llegaron al poder gente tan nefasta como los panistas Vicente Fox o Felipe Calderón… Y luego Peña Nieto, con la debacle que no tiene que contarse porque se pinta sola.
