El capricho faraónico del presidente López de mandar cancelar en Mexicali la avanzada construcción de una planta cervecera de Constellation Brands –eso quiere decir en español cerveza Corona y en inglés Annheuscher Busch- mediante el ya manido proceso de una consulta llamada popular, podría añadirse al muestrario de las enormes barbaridades mediante las que la administración actual está dando al traste con la economía de este país. Hay antecedentes de esta conducta, que fue mayestáticamente inaugurada con la cancelación del aeropuerto de Texcoco en aras de lo que se construye en Santa Lucía, que pretende ser llamado aeropuerto internacional Felipe Ángeles.
Probablemente el daño económico a México con la cancelación del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México sea incomparablemente mayor a la liquidación de la cervecera de Mexicali. Lo que hace a esta última diferente y más perniciosa es la circunstancia en que se da: Texcoco fue cancelada en medio de la turbulencia del nuevo gobierno y la llamada cuarta transformación, que traía en su estandarte la escarapela de la lucha a la corrupción; no andaba muy errada la intención. Se sabe y no se dice, que personeros importantes relacionados al gobierno de Enrique Peña Nieto, y conocedores privilegiados del proyecto del enorme y bello aeropuerto que diseñó un yerno de Carlos Slim, habrían adquirido a buen precio terrenos adyacentes al enorme conjunto con fines especulativos. La cervecera de Mexicali se cancelará en vísperas de la mayor crisis económica de la historia reciente del mundo.
En el caso de Texcoco, la cancelación de una obra necesaria y bien planeada, pero sobre todo con una gran parte de la infraestructura ya construida, provocó un mal presagio para el futuro de México en el campo de la aviación continental, presagio que ahora se verá confirmado.
En el modelo de negocios, la cervecería de Mexicali sigue el mismo patrón: alrededor del 60 por ciento de una inversión de mil quinientos millones de dólares para el proyecto ya se gastaron, en la confianza de que todos los requisitos burocráticos para hacer la planta habían sido cumplidos. Una instalación que iba a proporcionar miles de empleos, en un momento en que la catástrofe económica mundial que va a traer el coronavirus y sus consecuencias, está tocando la puerta. ¡Ahí viene la plaga!
Los dos proyectos mandaron al mundo del capital internacional el mismo mensaje de incertidumbre y debilidad para unos dólares que México necesita urgentemente para mantener su economía a flote cuando está a punto de colapsar: México es una más de las mal afamadas repúblicas bananeras que no honran su palabra y mucho menos sus compromisos firmados: hay que irse con su dólar y su música a otra parte.
El presidente López, al dar reconocimiento al fraude de la “consulta popular” con carácter vinculatorio, en la que participó, menos del dos por ciento de los habitantes de la ciudad fronteriza, 17 mil personas, ofreció públicamente a Constellation Brands la opción de llevarse esa música y esos dólares a otra región en donde el agua es abundante; obviamente, su Tabasco, que es un edén.
Y aquí hay un virus mucho más dañino que el Covid-19. La doble moral, la inconsistencia, ,la flaqueza de los empresarios mexicanos –en este caso también de los extranjeros- ante las barbaridades que el presidente López se puede permitir.
Los organismos empresariales se han apresurado a protestar por la llamada consulta y sus resultados.
Pero cuando la administración actual los lleva a cenar a Palacio Nacional para comprometerse a comprar un número que nunca se dio a conocer de los “cachitos” de lotería del llamado Avión Presidencial, ahí estuvieron todos, culiprontos y chequera presta para hacer lo que se les pedía.
Esa plaga es aún peor.
PARA LA MAÑANERA, COMO NO PUEDO ENTRAR.- Señor Presidente, con todo respeto: En el nuevo modelo de saludo republicano, con la mano en el corazón, ¿hay que llevar en el puño la estampita del Sagrado Corazón?