Por Carlos Chavarría
Difícil momento el que esta viviendo México, no cabe duda que se nos juntó todo, pero lo peor que podemos hacer es crear expectativas apocalípticas.
Sé que es difícil, pero hay que darnos una tregua. Ya sabemos que a nuestro presidente le falta mucho para ser un verdadero negociador y que tiene todos los defectos que ya están demasiado a la vista para negarlos, pero es el presidente y de alguna manera sabrá él y su gabinete la forma de crear oportunidades de la crisis, aprovechables por todos.
Pero del lado de la sociedad y sus muy también a la vista centros de poder activo real, como los empresarios, debe surgir un liderazgo no sólo contestatario y beligerante, sino proactivo y en verdad humanista, no de agiotistas y fariseos que usan la necesidad de muchos a favor de sus ya muy claros intereses por someter al gobierno, que a su vez no se dejará.
Me repugna ver encabezados de prensa usados como arma para debilitarnos. Que si la deuda mexicana es basura para JP Morgan, que si el PIB mexicano caerá 4, 7, 14, o 30%, que si se morirán 2 millones de mexicanos con el virus nuevo, en fin. También me repugna un discurso presidencial informe, voluble, y sin fondo de largo plazo.
Todas las deudas del mundo en este momento son impagables y chatarra y seguirán así en tanto el país más endeudado de la tierra, los EEUU, continúen emitiendo más dólares para rescatarse a sí mismos de sus errores. ¿Acaso no le pasaron la factura al mundo de sus inmoralidades financieras por las hipotecas Sub-Prime, deuda de la que aún no salimos?
Habló poco, sencillo y bien nuestro presidente ante el G20, que no son otros sino los 8 países más endeudados del orbe, más los otros 12 que les deben rendir cuentas, sin los cuales los primeros no podrían mantener su holgado modo de vida.
No cabe duda de que necesitamos una tregua, requerimos de un pacto de no agresión, de un concordato, y el presidente sabrá aceptarlo y, si lo desea, hasta encabezarlo, so pena de perder la oportunidad que nos da esta nueva crisis para reconocernos como una sola nación.
