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Por Félix Cortés Camarillo

Ese tan humano afán de buscarle tres pies al gato y tetillas a las culebras, nos lleva con frecuencia a torcer caprichosamente fechas o circunstancias coincidentes para hacerles empatar con nuestros ritos y mitos, que por lo general se refieren a voluntades ajenas, en la mayoría de los casos divinas. O satánicas, que viene siendo lo mismo.

            De esta suerte hay quien quiere ver un mensaje de la Divinidad en la coincidencia de los días –el 19 de septiembre- para dos de los grandes sismos que afectaron gravemente la Ciudad de México en 1985 y en 2019. No importa que otros temblores importantes hayan sido en otras fechas: ahí tiene que haber algo. Ayer me encontré en las redes mal llamadas sociales una de estas jaladas a propósito de las pandemias, que afirma que estas se presentan cíclicamente cada cien años, en el año 20. Cierto, alrededor de 1720 una más de las muchas peste negras que hemos sufrido los humanos se presentó en Europa. En 1820 los soldados ingleses trajeron a su tierra el cólera de la India y en 1920 se identificó la gripe española. Ahora estamos con el Covid-19.

            Estos malabares numerológicos no toman en cuenta que antes, después y entre estas epidemias extendidas hubo otras, que lamentablemente no se limitaron a matar gente en el año maldito.

            De cualquier forma en la circunstancia actual debiéramos hacer caso a los números; y digo debiéramos aunque las decisiones en cuestiones de pesos y centavos no transitan por nuestras voluntades. Eso es cuestión más bien de quienes ocupan los puestos de gobierno que tan mal resultado nos están dando. Nos preocupa mucho el número creciente de infectados por el coronavirus y el número de muertos que –por el momento– no llega a cincuenta, aunque es seguramente previsible que se elevará sustancialmente.

            Aún así, nos preocupa el fenómeno médico y nadie hace caso a las consecuencias económicas que el Covid-19 ya está dejando en nuestro mundo. De manera especial en México que, si no estaba preparado en el universo clínico para lo que se veía llegar,, no lo está hoy para la crisis económica que ya se iniciado y que, si la voz del canciller Marcelo Ebrard fuese profética, podrá comenzar a enderezarse si bien nos va a finales del año 2020. Nadie se cree esa predicción.

            Hay que imaginar un país cuyo erario tiene cuatro fuentes de ingreso fundamentales. Desde luego, la recaudación fiscal, que un día sí y el otro también el presidente López afirma que va muy bien. En segundo lugar el desplome universal del precio del petróleo, que es imposible de ocultar y que solamente se esconde debajo de las faldas de una relativamente pequeña reducción en los precios de venta el público de las gasolinas. En tercer lugar, las remesas de los mexicanos que han tenido por años que irse a trabajar al Norte y envían, con la regularidad que sus empleos les permite, las remesas a sus familias en nuestro país, por un momento que iba a superar este año los treinta mil millones de dólares. Dichos dineros, que una vez en manos de sus familias entran a la circulación para darle vida a la economía en las poblaciones más jodidas del país, están reduciéndose en la medida que la economía de los Estados Unidos está sufriendo  la erosión del Covid-19 precisamente en las áreas donde los mexicanos se desempeñan mayormente: los servicios. Finalmente, la cuarta pata de esta mesa tambaleante son los ingresos por el turismo. Si alguna industria ha comenzado a quebrar mundialmente es precisamente la del turismo, llevándose a la quiebra en su cascada aerolíneas, hoteles, restaurantes, cocineros, meseros, recamareras, taxistas y hasta clavadistas de la quebrada en Acapulco.

            Desde luego que es muy temprano para hacer un balance. Pero si queremos colorear de alguna forma a los números rojos que vamos a encontrar a finales de este año y todo el 2021, la administración del presidente López debiera estar preocupada. No lo parece.

PARA LA MAÑANERA, PORQUE NO PUEDO ENTRAR.- Con todo respeto, Señor Presidente, ¿ya se dio cuenta de que se le está acabando el dinero para regalar y gastar en proyectos que no van a ningún lado aunque se llamen tren?

felixcortescama@gmail.com

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// Félix Cortés Camarillo

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Autor: Félix Cortés Camarillo
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