Por Eduardo Campos Sémeno
Diario del Coronavirus 018. 2 de abril de 2020
1,002,818 infectados confirmados
52,570 muertes reportadas
9:15 PM
Aunque estamos en tiempos de verdadera crisis sanitaria, social y económica, lo que está pasando desde el miércoles en torno a la cerveza y el alcohol consumible resulta bastante cómico.
Y es que los regiomontanos dimos muestra de que la pandemia la podemos aguantar con valentía y hasta estoicismo, pero la falta de cheves y alcohol ¡jamás!
Todo ocurrió porque nuestro Gobernador, Jaime Rodríguez Calderón, salió a decir que las plantas de Heineken cerrarían sus puertas por la contingencia, pero tuvo la ocurrencia de confundir a la población mencionando una posible “ley seca” que es por demás inexistente.
Con eso tuvimos. Como pueblo unido salimos a súpers, clubes, depósitos, oxxos y tienditas de la esquina para acumular cuanta cerveza, vinos y licores pudieron aguantar nuestras diferentes economías personales. Se nos olvidó el aislamiento y ni nos acordamos de la distancia social.
De esos hechos que ya han sido reportados y fotografiados por todas partes rescato para este diario dos temas para reflexión.
El primero es que resulta evidente que el consumo de alcohol se ha vuelto un paliativo social en estos tiempos de crisis, incertidumbre y encierro. Antes tomábamos para festejar, para socializar, para relajar y, obvio, algunos como vicio.
Ahora, según platico con gente (por teléfono y whatsapp), me doy cuenta de que hasta los conocidos menos bebedores hoy se sientan con sus parejas al final del día y casi a diario con alguna copita en la mano para pasar el tiempo, jugar cartas o sólo platicar de los tiempos que vivimos.
Por eso las filas de estos días, por eso las fotos de los establecimientos llenos, por eso las compras de pánico: Sin alcohol muchos no podrían sobrellevar el encierro ordenado por el coronavirus.
El segundo tema tiene que ver con el presunto efecto que tiene el alcohol en las personas, específicamente como detonante de violencia familiar. “Si se vende alcohol y la gente está encerrada en su casa vamos a generar conflictos y pleitos”, dijo en su misma aparición el Gobernador.
Aunque algo debe saber “El Bronco” de ese tema, pues su exesposa Silvia González lo acusó precisamente de violencia familiar, creo que el Mandatario generaliza y exagera sobre las conductas de los bebedores.
Está científicamente comprobado que el alcohol que bebe la gente tiene un efecto que desinhibe. El callado empieza a ser platicador, el reservado tiende a ser efusivo, el serio empieza a reírse de todo, y –también—el agresivo deja de contenerse y agrede, etc., etc.
“El alcohol es un desinhibidor social y psicológico, destacó el también jefe del Departamento de Neurobiología de la Dirección de Investigaciones de Neurociencias del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz (INPRFM)”, dice un artículo en la UNAM Global que leí recientemente. De hecho, recomiendo el video con una explicación que acompaña a esa publicación: https://www.youtube.com/watch?v=RqR8834U680.
Se me hace, entonces, que generalizar y atribuir al alcohol la causa de la violencia familiar es un error, sobre todo de parte de las autoridades, pues a ellos les toca analizar problemas como esos y deben llegar a soluciones que pueden depender de muchos factores, no sólo de lo que la gente toma.
Pero bueno, no se trata aquí de estar defendiendo la mexicana alegría, pues esa se defiende sola. Hoy (ayer) es juebebes y el cuerpo lo sabe. Con moderación y responsabilidad encontremos formas de mitigar la preocupación, pues –si no notaron el conteo de arriba— este día sobrepasamos un millón de infectados en el mundo por el coronavirus.
Como siempre, comentarios dirigirlos a ecampos50@gmail.com o en Facebook en la página Diario del Coronavirus o con el user @eduardocampossemeno.