Por Félix Cortés Camarillo
I will survive Oh,
as long as I know how to love, I´ll stay alive
I´ve got all my life to live
I´ve got all my love to give
And I´ll survive
«I´ll Survive», Fredie Perren/Dino Fearis
No es precisamente la canción que eternizó Gloria Gaynor en los ochentas la que se ha convertido en el himno de la nueva resistencia española, el nuevo no pasarán de los madrileños; es otra canción que se llama más o menos igual pero que lleva el mismo mensaje de la resistencia individual ante la amenaza colectiva del invisible y pernicioso virus. España es uno de los países más dañados por la pandemia; uno de sus peores consecuencias es haber colocado al ejército noble de soldados de la salud ante disyuntivas éticas que cada vez son más frecuentes: ante lo inevitable de alguna muerte, ¿a quién dar privilegio en el tratamiento, que cada vez tiene menos herramientas a la mano?
No se quiere decir abiertamente, pero los médicos y enfermeros han tenido ya que optar por dedicar su mejor esfuerzo y los recursos a su disposición por salvar la vida de los que tienen mejor posibilidad de supervivencia. La selección natural que está mandando a la muerte en Europa en primer lugar a los viejos. La pirámide poblacional de Europa es inversa a la nuestra: allá hay más seres de edad avanzada que jóvenes y por eso una gran cantidad de infecciones y decesos se han registrado en los asilos y refugios de los adultos mayores, depositados ahí por sus familiares que ni siquiera han tenido la oportunidad de verlos una última vez antes del desenlace y que son llevados del asilo al crematorio.
En España, como en México y en el mundo entero, persiste la certeza de que habremos de sobrevivir a esta crisis, que todos queremos ver como una encrucijada de esperanza de la que saldremos indudablemente dañados en lo esencial de la materia pero fortalecidos en la decisión del espíritu.
En ese sentido todos los mexicanos estuvimos esperando ayer el mensaje del presidente López que él se empeña en llamar informe al pueblo de México cada tres meses, y en el que nos había adelantado que expondría su plan de recuperación pública puesto que creemos que de la mortandad y la enfermedad nos puede sacar la ciencia médica y el heroico trabajo de tantos y tan escasos especialistas, pero que de las consecuencias a la estructura económica del país solamente nos puede sacar, y eso a largo plazo, un cuidadoso ejercicio de las finanzas públicas, un audaz plan de desarrollo que mueva la inversión pública y con ello apoye la creación de empleos para suplir aquellos que están desapareciendo, fortalezca la productividad, impulse el consumo y ponga en movimiento aunque sea lentamente la rueda de la economía.
Todos estamos de acuerdo con el presidente López que estamos en una crisis transitoria, pasajera.
En donde ya no todos coincidimos es en el cómo vamos a salir de ella aunque nadie pueda contestar a la segunda pregunta, el cuándo.
DE los 51 minutos del mensaje presidencial del solitario en Palacio, más de la mitad la dedicó a hacernos un recuento de lo que nos ha dicho todas las mañanas en sus llamadas conferencias de prensa: los millones de pesos dedicados a las dádivas de promoción electoral entre los necesitados. Los viejitos, los jóvenes sin empleo, los estudiantes, los discapacitados, los campesinos, los pescadores. Luego, un plan de recuperación que enumera, sin especificar, sus tres objetivos: una mayor inversión pública, lograr el empleo pleno y mantener la honestidad y la austeridad. Por ello se reducirán los sueldos de la alta burocracia, a partir de subdirectores, que verán desaparecer sus aguinaldos y reducidos sus gastos. Ni un paso atrás en los proyectos faraónicos como el aeropuerto de Santa Lucía, la refinería de Dos Bocas y la restauración de otras seis o el Tren Maya.
¿Qué de dónde saldrá el dinero para ello? Del fondo de estabilización, del cual ya se echó mano, de los fideicomisos que están en proceso de rápida liquidación y de la banca de desarrollo.
No hubo sorpresa alguna cuando te hallé, diría el cancionero.
PREGUNTA PARA LA MAÑANERA, porque ahora menos puedo entrar, especialmente sin tapabocas y de la mano de Susana Distancia.- ¿Qué pasó con la Lotería Nacional? Durante muchos años dio trabajo y sustento a muchos mexicanos y esperanza millones de soñadores. Por el momento, sólo da lástima.