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Por Félix Cortés Camarillo

Ayer se murió, a consecuencia del Covid 19 Oscar Chávez, actor y cantante que me honró con su amistad. No tenía edad para morirse, aunque para ello no existan reglas: apenas había celebrado en abril su cumpleaños 85.

            Era el último actor varón sobreviviente del grupo que hizo con Juan Ibáñez la película memorable que le dejó su apodo duradero de El Caifán Mayor. Además de ponerle bella música al poema de José Martí sobre la que se murió de amor, la niña de Guatemala, Oscar hizo varias memorables canciones que se acompañaba a la guitarra o en las que le seguía por años el trío de Los Morales, hermanos ellos.

            Con Oscar desaparece todo un género que surgió paralelo al movimiento político de 1968, el llamado nuevo canto, a veces canción protesta. Por sus escenarios, generalmente pequeños y pobres, habían pasado mujeres que iban a ser estrellas como Guadalupe Pineda, grandes cantantes como Tehua o Amparo Ochoa y la extraordinaria voz de Tania Libertad. Pero más que eso, Chávez incursionó, en la misma línea de Chava Flores en la canción satírica, con su versión de ¿Qué de donde amigo vengo? –“de una casita que tengo por allá en el Pedregal” tal vez la más conocida.

            Sobre el Paseo de la Reforma, casi enfrente de donde estuvo el original Café Colón, su modesta réplica operó por años al lado del Hotel Emporio. Ahí cultivó Chávez con Martha Ofelia Galindo y otros comediantes una de las mejores versiones del cabaret europeo, una revista de canciones chuscas y sketches de actualidad política; nunca supe si íbamos ahí con frecuencia para reírnos con su sátira o para escuchar una vez más Por Ti o La Niña de Guatemala.

            Cuando los corrieron del Café Colón comenzó a desaparecer la canción política, con la mayoría de sus intérpretes asimilados al mundo de Raúl Velasco y las compañías editoras de discos. Oscar nunca abandonó su línea musical en recitales que año con año llenaban el Auditorio Nacional. Queda por ahí una veintena de long plays de los que hay que volver a escuchar su colección de Tropicanías o sus canciones políticas.

            De pronto le llegaron las molestias del aparato respiratorio, y para su fortuna tuvo una agonía breve; tal vez es lo único a lo que aspiramos todos los que estamos conscientes de la inevitabilidad del final.

‎felixcortescama@gmail.com

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// Félix Cortés Camarillo

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Autor: Félix Cortés Camarillo
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