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Por Félix Cortés Camarillo

La experiencia es un destilado que el tiempo nos otorga a cambio de entregarle nuestra juventud. Usualmente se desprende del ejercicio frecuente de enfrentar realidades simples. Lo que sucede a menudo es que los humanos encaramados al poder suelen tomar decisiones impositivas en materias que no conocen de manera directa. Cuando le preguntaron al presidente Enrique Peña Nieto si sabía cuánto costaba el kilo de tortillas respondió simplemente que él no era la chacha de la casa.

            Le pasa lo mismo, entre otros, al cabecilla del Instituto de Movilidad y Accesibilidad del estado de Nuevo León. Puedo apostar a ciegas, doble contra sencillo que don Noé Gerardo Chávez Montemayor no se ha subido en su pinche vida a un camión urbano o a un vagón del metro, salvo cuando se inaugura uno nuevo que va de una estación a otra.

            Solamente así se le puede ocurrir a este funcionario modificar los horarios y frecuencia del transporte público que no usa, a propósito de la crisis que la epidemia del coronavirus nos ha traído.

            Precisamente cuando el sentido común y la autoridad sanitaria indican la necesidad de evitar la cercanía física con posibles seres humanos infectados, don Noé Gerardo determinó, con la complicidad del gobernador Jaime Heliodoro, reducir la frecuencia de la corridas de estos medios de transporte popular que nunca en su vida han usado.

            La consecuencia es obvia. A menos vagones y camiones, mayor concentración de pasajeros, apretujamientos y cercanía contagiosa. Como suele suceder, en lugar de corregir de inmediato sus errores, el funcionario todavía ayer por la tarde persistía en su inane actitud.

            No se puede esperar otra cosa; si el presidente de México prefiere los servicios del Médica Sur –hospital privado, de los fifís– para atenderse de un mal cardíaco, y su hijo prefiere que el primer nieto presidencial naciera en Houston, Texas, despreciando los servicios médicos del Estado mexicano que tanto dice el presidente López y sus corifeos defender, nada es sorpresa. Mientras el gobernador del estado y su director de Accesibilidad y Movilidad viajen en camionetas negras y blindadas en lugar de tomar un camión como el garrapata que me llevaba de Washington y Escobedo a la Secundaria Cuatro, allá por la primera facultad de Leyes de la UNL, el barrio del Nejayote, y la hermosa Casa del Agrarista, no van a entender al pueblo que gobiernan.

            Jamás le pregunten a Andrés Manuel, Jaime Heliodoro o a Noé Gerardo cuánto cuesta el kilo de tortillas. Van a contestar, como lo hizo en célebre ocasión el peor presidente que ha tenido nuestro país, Ernesto Zedillo, “no traigo cash”.

            Mientras tanto, los pasajeros del transporte público de Nuevo León se seguirán acordando de las sacrosantas madrecitas de Jaime Heliodoro y Noé Gerardo. Y amigos que les acompañan.

PREGUNTA PARA LA MAÑANERA, porque no puedo entrar sin tapaboca Señor Presidente, con todo respeto: ¿Cuál es su pronóstico para el crecimiento de la economía de nuestro país en el segundo trimestre de este año? Seguramente seguirá descalificando a los expertos.

‎felixcortescama@gmail.com

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// Félix Cortés Camarillo

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Autor: stafflostubos
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