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Por Francisco Tijerina Elguezabal

“No cualquiera se vuelve loco, esas cosas hay que merecerlas.” // Julio Cortázar

Y de pronto aquellos que habían sido ejemplo de disciplina para guardar la cuarentena y evitar la propagación del virus, se volvieron locos.

Pero no fue sorpresa, ya lo habían avisado con antelación cuando se anunció que pronto habría escasez de su tranquilizante y se lanzaron despavoridos a las calles a realizar compras de pánico; el stock en bodegas soportó un tiempo y llegó el momento en que de plano se acabó, todavía hay en el mercado negro a precio de lujo, pero lo cierto es que el elixir que mantiene quietas a las fieras se ha terminado.

Aguantaron estoicos sin su otra medicina: el futbol. Se conformaron con ver partidos “de mentiras” o repeticiones, con entrevistas, reportajes y notitas de color, con “futbol de estufa”, pero una cosa es vivir sin futbol y otra el estar encerrado 24 horas por días y semanas en la casa sin tener el calmante.

Contrario a las afirmaciones de algunas autoridades que dicen que la ingesta de bebidas alcohólicas puede disparar la violencia en los hogares, pienso que en buena medida, sobre todo en el norte del país, el tomar cerveza termina siendo una especie de tranquilizante para la mayoría de los hombres y algunas mujeres.

Pasar el tiempo y esperar en un eterno fin de semana largo, larguísimo, en donde intentas todo tipo de actividades y dinámicas y terminas siempre igual, cansado, fastidiado, aburrido. La muestra más clara ha sido la demanda del líquido ambarino y los millones de comentarios en redes sociales que lo han convertido en un “trending topic”.

En Estados Unidos fue distinto, porque aunque pararon muchas actividades no esenciales, la producción, venta y distribución de cerveza en vinaterías, supermercados y tiendas de conveniencia nunca se detuvo. Su gobierno ha decidido iniciar el levantamiento de la cuarentena.

En México, con todo y el natural incremento de casos de violencia intrafamiliar derivados del forzado encierro, ¿ha sido el consumo de alcohol un factor determinante en esos hechos?

Les puedes quitar un calmante, pero no dos, porque puede ser, ahora sí ante la abstinencia y la falta del relajante diario, que se dispare la violencia por la intolerancia de muchos que al beber su “amansalocos” se apaciguaban.

Al fin, ni le están regalando y así sea con sobreprecio la van a seguir comprando.

Las autoridades deberían tantearle el agua a los camotes porque como bien dicen “el hilo se rompe por lo más delgado” y no vaya ser que la falta de cheves pueda encender la mecha de la crispación social.

ftijerin@rtvnews.com

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// Francisco Tijerina

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Autor: stafflostubos
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