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Miguel Primero, monarca de San Pedro

Por Eduardo Campos Sémeno

Diario del Coronavirus 053. 7 de mayo de 2020

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                                                                                                                      8:00 PM

Ya en un par de ocasiones había tocado aquí el tema del ego que se carga Miguel Treviño y el excesivo protagonismo que despliega desde su cargo como alcalde de San Pedro. No fui el primero en notarlo, pero ahora sí soy un convencido de que este munícipe independiente tiene rasgos despóticos y de que exhibe comportamientos que rayan en el delirio de grandeza.

La más reciente muestra de lo que ocurre en su cabecita loca la dio Miguel ayer, cuando lanzó un plan que más bien parece un edicto monárquico, en el que decreta fechas y planes de apertura de la economía, como si San Pedro fuera un reino independiente aislado del mundo.

Y no tenemos siquiera que analizar los detalles de su magno plan, pues no se trata de saber si es bueno o malo. El pecado es que el alcalde se fue por la libre, no consultó ni al estado ni a sus vecinos municipales y se comportó como si su castillo sampetrino estuviera rodeado por fosas medievales para mantener afuera a los enemigos.

Lo que no midió Miguel Primero, monarca de San Pedro, es que él no puede ni debe decretar una apertura autónoma, alejada de lo que se esté planeando en el resto de Nuevo León y de México. Abrir el reino de San Pedro sin coordinación con el resto de la zona metropolitana, sólo vendrá a poner en peligro a los “súbditos” de su serenísima majestad Miguelito.

Lo peor del plan, lanzado a ocho columnas por El Norte, es que el alcalde-monarca da muestra de un caso psicológico de disociación con la realidad, pues él en su castillo sampetrino hizo su edicto de apertura, justo cuando los principales médicos –hasta los de su municipio– se unen para lanzar a una voz un “quédate en casa”.

Pero a Miguel Primero eso no le importa, como tampoco le importa la opinión pública, otro rasgo clásico característico de un déspota. Habrá que ver si Miguelito le hace caso entonces al gobernador, también independiente y su expatrón, Jaime Rodríguez, quien ya salió a decir que San Pedro no puede reiniciar obras públicas, que era el primer decreto monárquico-municipal.

No se en qué vaya a acabar este episodio de la pandemia, pero yo que vivo en San Pedro ahora tengo un dilema: La próxima vez que vea al alcalde no sé si saludarlo, o si el cuate va a esperar que le haga una reverencia.

Como siempre, comentarios dirigirlos a ecampos50@gmail.com o en Facebook en la página Diario del Coronavirus o con el user @eduardocampossemeno.

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Vía / Autor:

// Eduardo Campos

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Autor: stafflostubos
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