Por Francisco Tijerina Elguezabal
“Y otra vez, la burra al maíz.” // Refrán popular
Somos extraños.
Lejos de buscar las coincidencias, los humanos nos especializamos en, cual
animales, marcar con orina el territorio y “si no estás conmigo estás en mi
contra”, por lo que nos encanta prohibir lo que no nos parece o aquellas cosas
con las que no estamos de acuerdo.
Los diputados locales de Jalisco, que seguro no tienen muchas cosas más
importantes qué hacer, ayer volvieron a la carga con la Ley Antitabaco y
aprobaron en comisión la prohibición definitiva del consumo de cualquier
producto de tabaco e incluso los vapeadores, en restaurantes, bares y demás,
con sanciones a quienes la violen y fuertes multas a los negocios.
¿Es tan difícil el buscar mecanismos de convivencia?
Empecemos por el principio. Consumir productos de tabaco es una actividad que
no está prohibida como su distribución y compra, de hecho es una de las
industrias que más impuestos paga en el país, ¿cómo es que siendo lícito el
consumo y generando millones de pesos de ingresos se pretende prohibir?
Me dirán que el Estado gasta enormes cantidades en atender a los enfermos por
tabaquismo, pero puedo asegurar, sin temor a equivocarme, que en el balance son
más los ingresos que los gastos.
Podemos estar de acuerdo en el tema de la salud, como también en el derecho que
tienen los no fumadores de un aire libre de contaminantes, sin embargo, el
mismo derecho que asiste a quienes no fuman le corresponde el de quienes sí lo
hacen, entonces, ¿por qué no permitir y hasta promover la instalación de bares,
restaurantes, casinos, discotecas y antros en los que de antemano sepas que
está permitido fumar y que se anuncie en su exterior claramente esto?
¿Por qué no pensar en instaurar viajes aéreos en los que se permita fumar y que
se suba el que quiera y el que no lo prefiera así se monte en uno para no
fumadores? Le puedo asegurar que así cobre un sobreprecio habrá muchos que lo
paguen por atender su necesidad de nicotina.
No hay mexicanos de primera o de segunda, hay mexicanos, así de simple y
mientras el fumar sea una actividad lícita, el gobierno en su conjunto debe
velar y preservar por los derechos también de los amantes del tabaco, aunque
esto no sea lo políticamente correcto.
Instaurar leyes de este tipo lo único que consigue es fomentar una corrupción
rampante de inspectores y autoridades a ojos vistos de toda la sociedad que
mira como los resturantes, bares, cantinas, antros y demás, se pasan la ley por
el arco del triunfo ante el disimulo de inspectores.
Seamos claros, establezcamos diferencias, pero que no se legisle sólo para
unos, sin tener en cuenta a los otros.
ftijerin@rtvnews.com