Por Eloy Garza González
Tengo un negocio en la zona Cumbres de Monterrey. Hoy me fui en carro para esos rumbos. El típico viaje de más de una hora y media, por culpa del tráfico, lo cubro ahora en veinte minutos exactos. Falso que la gente ya ande en la calle como si nada: sigue resguardada en sus casas.
Contemplo el paisaje y trato de analizar las cosas. No creo que sobrevivan más de 30% de los restaurantes y bares de Monterrey. Lo mismo pasará en las grandes ciudades de México. Conozco bien el giro. Esto ya es una catástrofe. Las autoridades están cobrando a los restauranteros 30 mil pesos para recibir un kit antibacterial (con pistola de termómetro incluida).
¿No debería el gobierno mejor subsidiar este servicio? ¿Darlo como incentivo al comercio? Porque se quedan muy cortos esos créditos para negocios de 25 mil pesos. Sólo han aceptado el crédito 15% de los empadronados en el Banco del Bienestar. Es a todas luces una política pública pinchona y fracasada.
De los restaurantes y bares, estéticas y renta de vestidos para fiesta, los que cerrarán definitivamente, se ubican en plazas comerciales. La renta de locales se desplomará. Todas, menos la que tienen una gran tienda ancla, están en extinción.
Igual que las aerolíneas. En un futuro cercano, viajarán en avión sólo la gente acomodada; abordarán una nave y cruzarán el Atlántico para hacer un negocio en otro país. Los precios de un boleto de avión ascenderán estratosféricamente. El turismo es otro rubro quebrado, sin visos de remontar en muchos años.
Circulo por Avenida Leones. El gobierno calcula construir un larguísimo paso a sobrenivel. Será el proyecto más estúpido en la era moderna de la capital de Nuevo León. En este momento, el dinero público debe canalizase a ayudar a un millón de nuevos desempleados que en México arrojará esta pandemia en su primera etapa (falta la segunda que será peor).
Si en promedio estos desempleados tienen una familia de cinco miembros, el desastre es total. Imagínense que toda la población de Nuevo León se quedara sin ingreso. De ese tamaño es la crisis. Pero nos enfocamos irónicamente en hacer una costosa obra vial, para ahorrarnos dos semáforos, en vez de invertir en apoyos sociales que son de suprema urgencia. Esto es no tener cabeza ni corazón.
Llego a mi negocio al final de Cumbres. El estacionamiento de dos tiendas de conveniencia trasnacional (esos sí), lucen atestados de carros. ¿Por qué? Simple: las tiendas de conveniencia abastecen a la gente, y esta regresa pronto a sus casas, a refugiarse. Un nuevo estilo de vida se forma en Monterrey: los regiomontanos en sus casas, aprendiendo a cocinar y viendo YouTube. O escribiendo textos pesimistas, como yo lo hago ahora.