Por Francisco Tijerina Elguezabal
“El silencio es el único amigo que jamás traiciona.” // Confucio
La
finalidad de todo partido político es ganar elecciones y constituir
mediante la mayor cantidad de triunfos, una fuerza política. Una vez
ahí el reto es mantenerse en el poder.
Extraña
sobremanera el que en pleno año prelectoral el presidente de Morena,
Alfonso Ramírez Cuéllar cometa garrafales pifias que ponen en serio
riesgo la mayoría que su partido, el partido del presidente López
Obrador, tiene en las cámaras y buen número de lugares en el
país.
En medio de la crisis por el coronavirus, con la
certeza de que se avecina una crisis económica de grandes
proporciones, ya Ramírez Cuéllar se aventó la inocentada de
proponer que el Inegi midiese la concentración de riqueza para
cobrarles más impuestos a los más ricos lo cual fue descartado por
el propio presidente y los legisladores morenos.
Pues
bien, en este momento crucial de la historia, cuando millones de
mexicanos aún no salen de su encierro, cuando se han perdido
trabajos, cuando estuvieron por dos meses sin cerveza, el brillante
genio de Ramírez Cuéllar propone que le suban un peso a los
cigarros, los refrescos, las cervezas y los vinos para que se
destinen al sistema de salud pública en el país.
Afirma
el dirigente de Morena que ese incremento en los precios inhibiría
la compra de dichos productos, aunque sería necesario aclararle que
de la misma teoría partieron antes con los refrescos embotellados y
nunca decreció su consumo.
Es claro que don Alfonso tiene
una gravísima confusión y piensa como si estuviese despachando en
la Secretaría de Hacienda y no en la dirigencia de su partido. Su
trabajo no es atender la necesidad de recursos del gobierno ni de
dónde saldrán los dineros para el sector salud, sino el prepararse
para mantener para el presidente y su partido la misma sólida base
de la cual hoy disfruta, pero hace exactamente todo lo contrario y
diese la impresión de que tiene un pacto con la oposición para
perderlo todo en el 2021.
No sé si a estas alturas los
militantes de Morena estén extrañando a Yeidckol Polenvsky, pero
seguramente en el ejecutivo federal y las cámaras de diputados y
senadores deben añorarle porque no los metía en tantos argüendes
como hoy lo hace Ramírez Cuéllar.
Bien harían el
presidente, los senadores y diputados del partido en el poder en
regalarle a su dirigente nacional partidista un tapón con la
instrucción precisa de que se lo coloque en la boca y no retire de
ahí hasta que pasen las elecciones del 2021.
Lo que ese
hombre diga no puede atraer votos ni conseguir adeptos y sí, como ya
lo ha demostrado, meter en serios problemas a Morena en los
siguientes comicios.
Un tapón sería la solución ideal
para el confundido, pero sobre todo inexperto e inoportuno sujeto que
hoy tiene en vilo a un partido que llegó arrasando y que gracias a
las ocurrencias de su líder nacional está cayendo al vacío de
manera estrepitosa y sobre todo de una rapidísima
forma.
ftijerin@rtvnews.com