Por Eloy Garza González
Durante dos años, los Medina han jugado con la idea de destituir y sancionar al gobernador Jaime Rodríguez, el Bronco, en una especie de vendetta política. Para eso tienen como socios a un segmento de legisladores locales panistas, al PRI evidentemente y al PT. Morena, aunque cuenta con legisladores que se ponen varias cachuchas, solo ve los toros desde la barrera. Hasta ahora.
Ni siquiera Samuel García el senador de Movimiento Ciudadano es la principal presa, por ahora, aunque lo han desbancado del primer lugar virtual (el Mundo Matrix donde nada es real) a golpes de encuestas forzadas.
Lo lógico sería que se aliaran los Medina y Samuel García en contra del gobernador. Sin embargo, cada uno diseña su propia agenda política que no acepta empatarla con el otro. Uno de estos grupos gobernará el próximo sexenio.
Sin embargo, se atravesó la pandemia. Jaime Rodríguez pudo aferrarse a un respirador. Con astucia, El Bronco se adueñó otra vez del tablero de control y remontó su popularidad (de nuevo en el mundo Matrix).
Bastó que la gente redujera su miedo a la pandemia, y que el coronavirus pasara a segundo término (aunque es más peligroso que nunca), para que otra vez se agitaran las aguas en el Congreso del Estado. Todos los diputados locales tienen dueño, menos algunos con criterio propio.
Volvió el estira y afloja de tumbar al Bronco. Pero en el fondo, lo que pretenden es presionar para poner a su candidato a gobernador. Y así obligan al Bronco a pactar. El plan para el 2021 es desbancar definitivamente a Samuel García e intercambiar impunidades.
Por eso la decisión de los diputados de destituir al Bronco quedó en suspenso. No quisieron aventar la piedra. Porque cuando la piedra ya ha salido de la mano, pertenece al diablo. Y al enemigo se le somete mejor amenazándolo con la piedra, sin arrojarla hasta el instante justo.
Queda tiempo en el ring legislativo para seguir amenazando. Mientras, la sociedad está deprimida, acuartelada, sin saber qué hacer con la cuarentena que se alarga, y con los políticos golpeándose entre ellos, distraídos en vez de atender la emergencia sanitaria y económica local.
