Por Eloy Garza González
Hace unos meses (antes de la pandemia), quise poner en renta un local comercial. Pagué por ingenuo un espacio en avisos de ocasión de un periódico gigante, de gran tiraje. Me costó 1,600 pesos. Nadie pidió informes de mi local. No se paró ni uno. No pude rentarlo. Entonces se me ocurrió crear una página en Facebook y le metí 500 pesos de publicidad. A los dos días ya estaba rentando mi local.
¿Qué quiero decir con esto? Que el modelo de negocios del periódico impreso, al menos en sus avisos de ocasión, está agotado; ya no da de sí. Y en una dimensión mucho mayor, lo mismo pasa con los desplegados, los robaplanas, los legendarios anuncios de dos páginas. Todo esto quedó en el pasado, hecho polvo, más tostado que una momia de Guanajuato. Y sin los ingresos por estas vías, los grandes periódicos se vuelven cascarones vacíos.
¿Qué harán entonces estos periódicos con sus rotativas que les costaron millones de pesos, si ya no imprimen ni la décima parte de lo que imprimían anteriormente y ya casi no hay anunciantes? Formulo estas preguntas con honda nostalgia: yo me crié y me curtí en un medio poderoso, aunque no me engañó: me chuparon la sangre, me exprimieron cuanto quisieron y me provocaron un insomnio que no se me ha quitado treinta años después ni con cápsulas de melatonina.
Ni siquiera las grandes marcas comerciales están dispuestas a meterle tanto dinero a la publicidad en estos medios, sin destinar mejor sus partidas de marketing en diarios digitales (más ligeros) y en las redes sociales, donde saben que la gente sí los está viendo, midiendo cada impacto de forma personalizada (el asunto de los bots, que son el fraude más descarado de ciertas agencias publicitarias lo dejo para otro artículo).
A falta de ventas comerciales, la prensa tradicional se mantiene, por lo tanto, con la publicidad política. No hay de otra: están jodidos. Por eso ahora ciertos periódicos grandes se llenan de anuncios de políticos minúsculos, mediocres e insignificantes, que quieren promoverse. ¿Traen más dinero los políticos ahora que antes? No: simplemente la publicidad les resulta más barata ahora que antes. ¿Y por qué aparentemente los políticos no se dan cuenta de que esos anuncios no tienen el mismo impacto en los lectores o en las audiencias? Simple: porque con ese servicio publicitario pagan al mismo tiempo otro tipo de servicios más confidenciales. O sea (para acabar pronto), el alcalde de San Batracio de los Nogales o de Perros Bravos también paga porque el medio tradicional hable bien de ellos en sus columnas de chismes. O al menos, que no le peguen tan fuerte. Ya ni siquiera hay realmente periodismo de investigación. Incluso Proceso está manipulado.
Yo calculo que los periódicos impresos están destinados a desaparecer. Y puedo asegurar que esto pasará en menos de cinco años. Todo cambia: la economía es dinámica. Y los modelos de negocios no permanecen igual por mucho tiempo. Menos ahora en la era de las redes sociales, donde las campañas de bots, fake news y memes roban el aire que antes le correspondió legítimamente a los grandes imperios de papel.