Por Francisco Tijerina Elguezabal
“La ciudad está llena de héroes.” // Yomero
Monterrey
está lleno de héroes a los que lamentablemente les hace falta
reconocimiento.
Cuando hablamos de un deporte como el
futbol americano en nuestra ciudad, es fácil recordar los nombres de
los iniciadores y aquellos primeros jugadores, los primeros equipos,
aquel tiempo en que se jugaba con cascos de cuero y sin barra
protectora en el rostro.
Sin embargo un puñado de hombres
que también fueron pieza fundamental en el desarrollo del deporte de
las tackleadas en nuestra metrópoli, desde las ligas juveniles y
sobre todo en las infantiles, son los árbitros.
Un
accidente jugando futbol soccer en la secundaria y la tal vez errónea
recomendación de un oftalmólogo me impidieron seguir jugando futbol
americano cuando apenas iniciaba, de manera que tuve que buscar otros
caminos y así llegué al arbitraje.
El desarrollar esa
labor me permitió conocer a muchísimas personas y tener la amistad
de grandes personajes del futbol americano regiomontano, primero con
destacados baluartes como Óscar Altamirano, José Francisco Gómez,
Eulalio Gutiérrez, Heriberto Romero y años después con otro grupo
de estupendos árbitros entre los que estaba Pedro Pablo Jasso, José
María Santos, los hermanos Juárez, el famoso “Panorámico”,
José Francisco Gaona y tantos más.
En mis tiempos de
árbitro coincidí con extraordinarias personas como Joel Sampayo y
uno de sus hermanos, Álvaro García y su hermano Horacio, Plutarco
Adame, el señor Caballero y su hijo y tantos más. También con
directivos de la entonces AFAIM o con los coaches de los distintos
equipos.
Impartir justicia no es labor sencilla, pero es
una tarea que forja el carácter y te brinda la posibilidad de
observar el mundo con otra perspectiva, la de la imparcialidad.
Ser
árbitro me ayudó a moldear el carácter, a ser prudente, paciente,
tolerante, a aprender de los errores, a comprender la naturaleza
humana en muchas de sus facetas y me trajo enormes
satisfacciones.
No fueron pocas las peripecias, incluidas
mentadas de madre, que me llevé en mi paso como árbitro, pero queda
por encima de todo la satisfacción de haber participado en la
formación de cientos de niños y jóvenes que practicaban ese
deporte.
Hoy, muchos años después, recuerdo con enorme
afecto esa etapa y brindo un merecido reconocimiento a todos esos
hombres que me brindaron su amistad y apoyo en un momento crucial de
mi vida.
ftijerin@rtvnews.com