Por Félix Cortés Camarillo
Escojan su pareja
Si gustan de bailar
Cri-Cri, La Orquesta de Animales
Los fatalistas del determinismo evolutivo afirmarán -probablemente con razón—que los fantasmas que nos están arruinando vida, sociedad y economía a todos los pueblos del mundo, son una venganza de la naturaleza por las ofensas que le hemos infringido a lo largo de siglos. Después de todo, la medicina no es nada más que ir en contra de los cambios biológicos que la vida tiene establecidos y que nosotros navegamos a contra corriente tratando de preservar la vida.
De esta suerte la tierra se sacude de cuando en vez para recordarnos que está viva y sentida. El mar nos regresa en sus oleajes del tsunami la basura con la que lo hemos inundado y los vientos se amarran en huracanes por alguna venganza cuya causa ignoro pero que no escapa a mi comprensión. Porque esos orígenes no han sido tan unívocamente claros.
Sabemos, porque eso nos han dicho los medios occidentales, que el coronavirus se originó en un mercado chino que como todos los mercados orientales, comercia con especies para nosotros exóticas que allá tienen integrados al menú de manjares exquisitos. Por eso sabemos que los coreanos comen perros de diferentes razas como si olvidáramos que los aztecas criaban tzoloxcuintlis para los placeres de su mesa.
El caso es que en un mercado de Wuhan, que no es una pinche aldea de campesinos pobres iletrados, comerciaban con murciélagos, entre otros animalitos vivos, para la ingesta de los humanos. Bien por ellos; aparentemente, sin embargo, entre los murciélagos se desarrolló el coronavirus y de ahí tomo vuelo para cubrir el universo entero con su cauda de infección y muerte.
Mientras seguimos a la espera de que la ciencia aporte una solución a esta pandemia que no quiere irse, ha resultado que en China de nuevo se comienza a revivir el virus Ah1N1, que nos trajo a mal traer con la influenza fatal. Ahora se está desarrollando en puercos para recordarnos la fiebre porcina. Y tampoco tenemos una cura para ella.
Tal vez sea un atavismo torpe, pero la idea del karma que tantos seguidores tiene por el mundo puede tener algo de razón. El que la hace, la paga. Los actos de los humanos, si son de bondad, se regresan en bienes. Las maldades hacen lo propio. Por lo pronto no podemos hacer nada más que someternos a la cura, tal vez igualmente atávica, del ajo y el agua: a joderse y a aguantarse.
PREGUNTA PARA LA MAÑANERA PORQUE NO ME DEJAN ENTRAR SIN TAPABOCAS: Con todo respeto, Señor Presidente, Yo sé que usted tampoco es médico, como afirma su señora esposa que ella no lo es. ¿Eso le exime a usted de ayudar a los padres de los niños mexicanos que padecen cáncer?
felixcortescama@gmail.com