Por Eloy Garza González
Han dicho que López Obrador comete un grave error al tomar un avión comercial a Washington el 8 de julio, rompiendo su costumbre de nunca salir de México. Dicen que Donald Trump capitalizará su visita con vista a su reelección. La meta de Trump, según esta premisa, no es romper el nudo diplomático con México sino ganarle el voto latino a su opositor Joe Biden que hasta ahora lo acapara 80%. Y Trump sabe que sin latinos no hay Casa Blanca. Pero lo que nadie entiende es que López Obrador también calcula este viaje en términos electorales. Si a Trump no le interesa la relación binacional sino pensar en su nicho de seguidores de cara a noviembre de 2020 (dentro de menos de cinco meses) a López Obrador tampoco le apetece la diplomacia, sino hacer campaña permanente en México de cara al proceso electoral de 2021. A ambos les gusta la tribuna, los mitines y las arengas, no los viajes al exterior. El opositor de Trump contra quien enfila todas sus baterías, es Biden. ¿Y quién es el opositor de López Obrador? Les recuerdo el viejo refrán: “lo que la mente piensa en la luz, la mano actúa en la oscuridad”.
La oposición a AMLO no la encabeza el PRI tan sometido, ni el PAN tan bocabajeado. Sus cabezas visibles son más bien dos ex Presidentes. Uno es Vicente Fox. El otro es Felipe Calderón.
De ellos, Fox no estará en la boleta electoral del 2021. Calderón, en cambio, con toda probabilidad, sí. ¿Qué señalamientos contra Calderón podría manejar la Casa Blanca para canjearlos por beneficios electorales con AMLO? De entrada los que haya extraído del juicio contra Genaro García Luna, detenido por el Departamento de Justicia en diciembre de 2019. Así se explican también los recientes zipizapes tuiteros del embajador de Estados Unidos Christopher Landau contra Calderón. Quizá una anticipación.
En la agenda diplomática que compartirán AMLO y Trump está en primer lugar el T-MEC, Luego, inmediatamente, el tema espinoso del narcotráfico (el béisbol es pura vacilada). Y en el mismo tema de inseguridad, las carpetas de investigación que ambos mandatarios guardan de un bando resguardado: el Cártel de Sinaloa. Es lo que han intercambiado con Jared Kushner, el yerno de Trump, tanto Marcelo Ebrard, como la embajadora Martha Bárcenas e incluso el recientemente oficioso Luis Videgaray.
AMLO aceptó sentarse con Trump en la Casa Blanca y tomarse la fotografía posando como trofeo azteca, a riesgo de comprometer la relación con el demócrata Biden, puntero de las encuestas presidenciales. AMLO lo sabe y sin embargo encaró el riesgo. ¿Por imprudente? ¿Por ingenuidad? Favor con favor se paga.
¿En una jugada a tres bandas pedirá AMLO la cabeza de Calderón? ¿Podría ser ese el acuerdo para cerrar el trato que Trump inició designando como terroristas a los carteles mexicanos el 26 de noviembre del 2019? ¿Veríamos por primera vez al Departamento de Justicia de Estados Unidos sentar en el banquillo de los acusados a un ex Presidente de México? A AMLO le gusta jugar con fuego. Y el incendio podría arrasar la pradera completa.