Por Francisco Tijerina Elguezabal
“Algo debe haber hecho mal o no sería tan famoso.” // Robert Louis Stevenson
Error de los jóvenes políticos “millennials”, aunque también de algunos viejones que se han encumbrado con las “benditas” redes sociales, es creer que ellos y solo ellos le entienden al tema, olvidando por completo reglas básicas de comunicación.
Con la fama adquirida a base de buenos mensajes impulsados a fuerza de campañas pagadas, el ego de los neocomunicadores e inventores de la estrategia política se va incrementando poco a poco, hasta el punto en que no escuchan a nadie.
Terminan, invariablemente, en un punto en el que su comunicación termina siendo “de ocurrencias” y se olvidan de detalles importantes que se deben cuidar para sostener y potenciar una imagen pública.
Desde hace muchísimos años en sus presentaciones en TV muchos artistas optaban por hacer “playback”, aún y cuando tenían a la mano las pistas de las canciones que iban a cantar. ¿Por qué lo hacían? Simple seguridad, para evitar un desliz, un olvido, un impertinente “gallito” al aire.
En el gobierno o en campaña, siempre se puede hacer uso del recurso de una transmisión en vivo que puede dar la impresión de ser más “fresca”, sin embargo en momentos clave siempre será mucho más recomendable que todo, todo, así sea una entrevista con un medio, sea grabada con antelación para evitar cualquier detalle negativo que deba ser resuelto antes de emitirse el producto final.
Esa garrafal falla es la que hoy tiene a Samuel García haciendo chuza con su pretensión de convertirse en candidato a gobernador y de paso haciendo trizas la imagen de Movimiento Ciudadano en Nuevo León.
Tras el incidente en la refinería (¿había necesidad de hacer una convocatoria pública y anunciar que acudiría a “clausurar” la refinería o de plano hubiese sido mejor organizar un grupo y hacerlo sin tanta alharaca permitiendo que los trabajadores se organizaran para reventarle el numerito?) Samuel y compañía han ido de traspiés en traspiés.
¿Cuál era el aporte, el mensaje, la intención, de hacer un “live” con su esposa comiendo costillitas de cerdo? Y ahí surgió el error, “la estúpida frase” que ha sepultado las aspiraciones del joven político.
Lo dije desde hace mucho tiempo: Samuel se va a tropezar con su propia lengua y así ocurrió.
Luego en un alarde de oportunismo político “sus aliados” Colosio y Basave intentan deslindarse para ocupar la silla vacía y quedan igual o peor por chismosos, entrometidos en la vida ajena y puritanos. Indira Kempis se pelea con su propia sombra tratando de salvarse de la quema, pero no hay mucho qué hacer.
¿Y Mariela? ¿Alguien sabe dónde está Mariela?