Por: Obed Campos
De no haber sido por el video que comenzó a circular ayer a mediodía con las salvajes escenas de la batalla campal que explotó en una reunión multitudinaria en una quinta en Allende, Nuevo León, probablemente ni cuenta nos hubiéramos dado del evento, el cual viola los parámetros marcados por las autoridades municipales y de salud, en cuanto a la prohibición de eventos masivos.
Probablemente nos daríamos cuenta de la fiesta dentro de 15 días, cuando (y lo vamos a ver) explotará el número de infectados por Covid-19, todos con la misma variable: acudieron a echarse unas cheves a la fiesta de marras.
¿Quiere usted mejor prueba de que el “pueblo sabio” es solamente una frase hueca..?
Pero lo peor no es la estupidez suicida de los organizadores, sino la indolencia (o complicidad) de la alcaldesa Patricia Salazar Marroquín, quien, a toro pasado, le pasó la pelotita a la autoridad estatal.
“Quiero informales que día 15 de agosto me enteré de la fiesta porque la invitación se estuvo circulando, ese mismo día mandé la imagen de la invitación en una conversación privada con el Dr. Manuel de la O, pidiéndole que enviara a los inspectores…” escribió Salazar Marroquín ayer domingo en su cuenta de Facebook.
¿Y a los policías del municipio de Allende, no les toca hacer ese tipo de inspecciones? ¿Por qué no los envió a revisar?
Allende, Nuevo León, no es Manhattan y el ruido de la fiesta se debe de haber escuchado en todo el pueblo y si no fue así, los vecinos se estuvieron quejando a los teléfonos oficiales.
Como en las películas de los años 40´s, la policía llegó al último, pero, aunque se habló de una decena de detenidos, nada se supo.
Y es cierto, al otro día inspectores estatales le pusieron sellos a la quinta y Patricia volvió a la solución de Facebook: “Ahora tendrán una fuerte sanción por parte de la Secretaría de Salud por incumplir con los protocolos, ademas de la clausura de la quinta. Les recuerdo a todos que estamos en medio de una pandemia, por favor #QuédateEnCasa y cuida a lo tuyos” (sic)
Como en los pecados, los delitos, debería saberlo la joven alcaldesa, (la única que queda del otrora poderoso Grupo Allende) también se cometen por omisión.