Por Jorge Narváez
Unos dicen que el amor no existe, otros que la sustancia que lo produce sólo dura dos años para una sola relación, pero Lionel Messi duró más de 20 años con el club de sus amores, quizá haya excepciones.
Finalmente el argentino, considerado por algunos como el mejor del mundo, se quedó en el Club Barcelona luego de hacer sus berrinches y armar un novelón internacional, y en caso de no seamos los únicos en esta galaxia, es probable que la noticia haya llegado al infinito y más allá.
Se queda para evitar audiencias, jueces, demandas y desgaste emocional. No se queda por haber llegado a un acuerdo feliz con los directivos, o sea que Messi sentenció su final en una era con los azulgrana. Será abril 2021.
De momento todo se ha calmado. La prensa ya deja de preguntar, los directivos dejan de negociar y la afición deja de llorar. En España aseguran que las ventas de la playera del 10 se incrementaron con la ilusión de tener la última playera de Lio con el Barcelona y cuando sea permitido asistir a un estadio será una locura para obtener un boleto de entrada. De por sí es difícil tener un ticket, ahora con esta situación será peor.
Aunque poco se está hablando de la forma en que se dio la noticia de Lio. El jugador fue a entrevista por el medio Tyc Sport y los que saben del negocio, entienden que por lo regular estas exclusivas son bien pagadas por el medio interesado y más con una persona que estuvo en boca de muchos y que era la de “nota ocho” del momento.
Lo óptimo era una rueda de prensa en las instalaciones del Camp Nou, que fuera encabezada por directivos, jugador y su representante, que es su padre. Aunque si no querían contestar los cuestionamientos de reporteros, pues un video en Twitter era más que suficiente, porque sí deja pensando a más de uno la razón que tuvo para darle una declaración tan importante a un solo medio de comunicación. No hagas cosas buenas que parezcan malas.
Ahora habrá que ver cómo reaccionará el jugador en los entrenamientos, en los partidos de futbol y en la convivencia diaria con sus compañeros, porque este berrinche deja en claro un acto de soberbia y el poder que tiene Messi, no sólo en el terreno de juego sino en la mesa del dueño del equipo.
También hay que pensar en los otros jugadores del plantel, y aquí surgen muchas preguntas que posiblemente no serán respondidas en un mediano plazo: ¿La directiva también meterá las manos al fuego por ellos? ¿También el presidente pondrá su puesto a cambio? ¿La afición también suplicará en cada intento de salida?
Fotografía: Internet